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Nacionales
La Cámpora "por dentro": así se organizan, piensan y manejan el día a día los llamados "herederos del proyecto K"

Muchos argentinos escucharon hablar pero pocos saben de la interna del movimiento. Se definen "soldados del modelo" y algunos darían la vida por Cristina. ¿Cómo ingresan y cuál es la estructura jerárquica de la agrupación que nuclea a 60.000 personas? ¿Militantes de una revolución real o imaginaria?
"No es cierto que nos den choripán y vino. Y si lo hicieran, no estaría mal, pero no pasa".

Esta afirmación de Gonzalo, militante de La Cámpora Liniers, es la mejor síntesis respecto de qué significa esta agrupación para Cristina Kirchner: refleja, ni más ni menos, que logró construir una masa de militancia real que la acompaña "en las buenas y en las malas".

Desde la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta pudo darse el lujo de desplazar al peronismo tradicional y hasta cortó lazos con el sindicalismo de Hugo Moyano por una sola razón: ya no los necesita.

Por primera vez el gobierno kirchnerista está provisto de una masa de militancia juvenil con aires renovados que llena plazas, predica, vive el relato y trabaja incansablemente en nombre de sus padres políticos.

Cristina no cesa de elogiarlos en público -como ocurrió por su participación en la asistencia a los evacuados tras la inundación de La Plata- y parece dispuesta a cederles cada vez más protagonismo político.

Denostados por algunos como un grupo de "nenes bien" con ansias de poder y reivindicados por otros como los idealistas que toman la posta de la "juventud maravillosa" de los ‘70, los militantes de La Cámpora se han transformado en el nuevo mito de la política argentina.

A ello contribuye el hecho de que, aunque se habla todo el tiempo de este grupo y sus principales dirigentes cultiven el "high profile", en realidad son pocos los detalles que se conocen respecto de cómo está organizada y cómo funciona esta agrupación que ya suma entre sus filas unas 60.000 personas.

Ellos se autodefinen como "soldados del modelo" que están apostados en la trinchera dispuestos a "dar la vida, literalmente por Cristina", como asegura él diputado Andrés "Cuervo" Larroque, líder de los jóvenes K.

Este fundamentalismo cristinista, lindante a veces con el fanatismo de las barras bravas del fútbol, es lo que algunos analistas consideran peligroso.

"Es un grupo entrenado para el fracaso que se fortalece en el aguante, porque su lema es luchar a muerte y pelear hasta el final", afirma Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas que califica esta situación como "sumamente tóxica y preocupante".

Para el analista político Jorge Asís, se trata de "un grupo de muchachos de abajo que creen participar de una revolución que en realidad es imaginaria".

No todos lo ven así, claro. Desde la vereda oficialista, el politólogo y encuestador Artemio López considera que este ala de la militancia encontró en el kirchnerismo "un canal para expresar su rebeldía y oposición al modelo neoliberal".

¿Cómo es La Cámpora por dentro?
Para empezar, está bien organizada en un esquema de grupos con relativa autonomía operativa, coordinados por órganos ejecutivos que "bajan línea" en temas políticos.

Cada una de las comunas de Capital y Gran Buenos Aires tiene varias agrupaciones barriales que son comandadas por La Cámpora Nacional -ubicada en Monserrat-. En cada una de ellas participan entre 40 y 100 militantes.

La estructura verticalizada de la agrupación implica el respeto a una serie de estamentos jerárquicos.

Adrián, integrante desde 2006, asegura tener acceso al "Cuervo" o a Juan Cabandié, legislador porteño e integrante de la mesa chica de La Cámpora, si bien previamente debe consultarlo con su superior inmediato ya que es necesario "seguir un orden jerárquico".

Cada unidad básica cuenta con un "referente político", una especie de jefe que organiza el grupo y tiene contacto con el círculo de militantes allegados a la cúpula de dirigentes.

A su vez, los integrantes de cada unidad se organizan en mesas de trabajo, que si bien pueden variar de una agrupación a otra, en general se segmentan bajo temáticas -de trabajo, cultura, tercera edad, seguridad, comunicación, asesoría jurídica y encuadramiento- y son lideradas por un "referente responsable".

El cronograma de actividades interno designa un día de la semana para el funcionamiento de cada una de las mesas de trabajo y fija los sábados como día de reunión de todos los militantes barriales.

Además, cada 15 días los referentes de cada una de las mencionadas mesas de trabajo de todas las agrupaciones se dan cita en la sede de La Cámpora Nacional.

El ingreso de los "militantes base"
Quien desee sumarse, lo debe hacer en calidad de "militante base".

Ingresar a La Cámpora es muy sencillo. Sólo basta con completar un formulario a través de la página web con una serie de datos personales para que un responsable de encuadramiento se comunique con el interesado y le informe cuál es la unidad básica más próxima a su domicilio.

También es posible acercarse personalmente a una de las agrupaciones para inscribirse, aunque la alternativa que más engrosa el número de participantes es la del boca a boca.

Los militantes son en su mayoría jóvenes de diferentes estratos económicos y sociales y de diversos orígenes políticos. El único requisito para enlistarse en las filas encabezadas por Máximo Kirchner es "apoyar el modelo".

"Hay mucha diversidad entre los compañeros. Hay comunistas, peronistas, gente de izquierda, algunos de derecha", señala Gonzalo y agrega: "Yo, por ejemplo, no soy peronista, soy kirchnerista".

Los camporistas pueden pensar lo quieran, pero cuando se ponen la camiseta de la agrupación miden sus expresiones y cuidan lo que dicen para no afectar al movimiento.

La bienvenida
Una vez realizada la inscripción, se terminan las formalidades y comienza la integración del nuevo "cumpa".

El primer contacto con el ingresante lo realiza un responsable de encuadramiento que le explica cómo se organizan y lo indaga acerca de sus intereses, su ideología y su disponibilidad horaria. Todos estos son datos indispensables para ubicar al militante en un plan de acción.

La presentación formal con el resto del grupo se realiza los sábados. Luego de unas palabras introductorias sobre el funcionamiento y la presentación del nuevo miembro, se inician los debates sobre política.

Los militantes aseguran que no hay una bajada de línea explícita aunque la coincidencia de opiniones no es casual: "Cuando te ponés la camiseta de La Cámpora vos respondés a una ideología. Afuera de la organización yo puedo decir lo que quiera, pero desde mi lugar de militante no puedo expresar algo que vaya en contra de la línea ideológica", afirma Gonzalo.

La remera, el símbolo del padrinazgo político, se hace esperar. No se la entregan a un militante hasta que logran conocerlo bien para evitar que cualquier acto inapropiado sea asociado con el movimiento. De esta manera, buscan "cuidar la imagen" de la agrupación juvenil.

Sofía, militante desde 2012, afirma que "no hay un librito donde te digan qué es lo que tenés que contestar cuando te vienen a preguntar por tus ideas", pero sí se sugiere responder con respeto ante críticas que puedan venir de los medios.

Los proyectos de los militantes
Los militantes base de la agrupación tienen libertad para presentar proyectos de trabajo. Ese plan, si es aprobado en una primera instancia por el responsable de la mesa (de trabajo), luego es elevado al referente político de la agrupación.

Si obtiene el visto bueno, sigue su curso hasta La Cámpora Nacional que termina de revisarlo y designa un presupuesto (en caso de ser necesario) para su ejecución, que puede ir desde una charla de educación sexual en un colegio hasta un viaje al interior para participar de una misión solidaria.

Además, desde la sede central, les envían pinturas, bandera, pinceles y los proveen de micros para actos políticos, que no siempre alcanzan para trasladar a todos, por lo que se organizan para movilizarse con vehículos particulares.

"En general nos dan el dinero como para que podamos realizar las actividades porque hay gastos como pasajes, hoteles y comida", cuenta Adrián.

Y agregó que otra forma de financiamiento consiste en buscar sponsors políticos: "Nosotros podemos pedirle a un legislador que nos apoye y quizás conseguimos que nos paguen los pasajes".

Según revela Gonzalo, los militantes pueden hacer aportes económicos voluntarios a una caja grupal para financiar parte de las actividades.

La vidriera camporista
Es cierto que la amplia mayoría de los militantes no cobran un centavo por su trabajo en la agrupación.

Y es probable que, como dice Asís, "creen participar de una revolución imaginaria". Sin embargo, si el esmero es grande y la lealtad a Cristina es "a muerte", entonces la retribución puede llegar en forma de un cargo público o de un puesto de dirigencia empresarial.

Esto es lo que ha dado lugar a que proliferasen las acusaciones e ironías, como cuando Asís califica al movimiento como una "agencia de colocación de empleo".

Claro que no todos logran una posición de poder. Cabandié, ante este tipo de críticas se defiende diciendo que un muy pequeño porcentaje de camporistas ocupan un cargo público. "Para nosotros, lo importante es la militancia activa", recalca.

Sofía es una de esas militantes que no espera nada a cambio y que encontró en la agrupación un "espacio para compartir ideologías".

Más allá de la defensa de la militancia "desinteresada", lo cierto es que estos jóvenes se adueñaron de cargos estratégicos en el Congreso, en ministerios y en empresas públicas.

Novaro, de CIPOL, no imagina una "continuidad posible" en caso de que el Gobierno de Cristina Kirchner no encuentre un sucesor para las próximas elecciones presidenciales.

En tanto, Artemio López considera que el idealismo y la ambición por ocupar cargos públicos no son dos sentimientos incompatibles: "Representan un gran hacedor de cuadros de gestión y en términos de construcción del proyecto político, es formador de burocracia estatal".

El propio "Cuervo" Larroque se encarga de dejar en claro el rol que imagina para La Cámpora en el futuro inmediato: "Por supuesto que queremos cargos, queremos desde el gobierno hasta el último pueblo de la Argentina", afirmó en un acto de campaña por la reelección de Cristina. Y agregó: "Necesitamos cuatro años más... ¡y cuarenta años más también, compañeros!".


Fuente:Iprofecional


Miércoles, 10 de julio de 2013
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