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Mercados
¿Volatilidad en los emergentes o salto en la crisis mundial?
La caída generalizada de las Bolsas y de la cotización de las monedas de los principales países emergentes ha abierto una nueva fase en la crisis internacional iniciada en 2007.


El desplome de la lira turca, el rublo ruso, el real brasileño, el rand sudafricano, de la rupia indonesia y de la rupia india, además del peso argentino, empujaron a una suba inmediata de la tasa de interés por parte de los bancos centrales de la mayoría de esos países.

La medida, destinada a poner un freno a las depreciaciones monetarias y a la huída de capitales ha dado, hasta el momento, un resultado muy limitado, abriendo un amplio debate internacional en torno al alcance de los desequilibrios y de la crisis en curso.

El alza de las tasas, del orden de seis puntos porcentuales en el caso de Turquía, consiguió amortiguar levemente la caída de la lira, pero no alejó los temores de los inversores que siguen de cerca la evolución de la aguda crisis política del país, así como de sus déficits por cuenta corriente y fiscal.

Bien mirado, el proceso de pérdida de valor de las monedas emergentes, en particular de Turquía e India, se arrastra desde mediados de año, siendo el acumulado para el primer país del 26% y del segundo un 17%.

Los analistas coinciden en que el desencadenante de la actual crisis monetaria y bursátil de los denominados emergentes ha sido la concreción del "tapering" (reducción de los estímulos monetarios o emisión lisa y llama de dólares) por parte de la Reserva Federal.

En la semana que acaba de concluir, el banco central estadounidense decidió reducir, por segunda vez desde diciembre, la compra de Bonos del Tesoro por un monto de 10.000 millones de dólares.

De esta manera, en lugar de coadyuvar a la recuperación económica con 85.000 millones mensuales, la Reserva adquiere ahora sólo 65.000 millones, una política que también comienza a impactar en Wall Street y los mercados de Europa, como lo muestra la caída acumulada del índice Dow Jones de un 5% desde el pasado 1 de enero.

El resultado inmediato de esta retirada gradual de la Reserva ha sido un salto en el reflujo de capitales desde la periferia al centro de la economía mundial que ya venía operando desde mediados de 2013.

A esta desaceleración de los flujos de capitales hacia los emergentes se ha venido a sumar otro factor decisivo para la performance económica de estas naciones en la última década.

Se trata de China cuya economía ha comenzado a dar signos de ralentización, mientras se incrementan los temores de un estallido de la burbuja especulativa en el sector infraestructura.

Esta ha sido motorizada por en endeudamiento de entidades para-municipales que se deben entre 1,2 y 2 billones de dólares a los bancos estatales, de acuerdo con diversas fuentes.

Estamos, pues, en presencia de dos factores desencadenantes ya presentes, pero que ahora han dado un salto de importancia por la decisión de la Reserva y la menor demanda china y que, al combinarse con los desequilibrios que cada una de las economías emergentes vienen arrastrando desde hace varios años, han provocado la crisis actual.

Se trata, visto desde una perspectiva de largo plazo, del agotamiento del extendido ciclo de altos precios de las materias primas que permitieron las elevadas tasas de crecimiento de hasta dos dígitos anuales en los países periféricos.

Esta realidad, que viene siendo señalada por los analistas desde hace más de un año, se ha reflejado por la disminución del ritmo de aumento del PIB emergente, al tiempo que plantea el serio interrogante de cómo impactará esta nueva realidad sobre el conjunto de la economía global.

Según las previsiones del FMI, la media del crecimiento mundial para este año será de entre el 3,7% y el 3,9%, en tanto que la de los emergentes rondará el 5,1%, ocupando América Latina la última plaza con un 3%, apoyado sobre todo en el desempeño que se le adjudica a México.

Si se tiene en cuenta que la Reserva Federal, en un cálculo optimista de su nueva presidente, Janet Yellen, espera un incremento del 3% en la economía estadounidense, la situación de Europa es, sin dudas, la peor de todas las regiones de peso en la producción global.

Con un crecimiento casi nulo, la primera pregunta que surge es cómo afectará al Viejo Continente una menor actividad económica y de intercambios en los emergentes en los que coloca buena parte de sus exportaciones.

De momento, la tendencia monetaria, que anticipa la marcha de los negocios y de la economía en general, muestra que el euro ya ha comenzado a caer frente al dólar, mostrando el fortalecimiento de Estados Unidos y la necesidad que tiene planteado el Banco Central Europeo de aflojar sus políticas.

En el caso, más que probable, de que la demanda china golpee a los exportadores de materias primas, estos sufrirán y deberán proceder, como lo están haciendo, a aplicar una suba de tasas y reducción de gastos fiscales para evitar la fuga de capitales, defender sus monedas y evitar saltos de importancia en la tasa de inflación.

Por otra parte, la volatilidad financiera que preanuncia el FMI para los próximos meses en el mundo emergente generará dificultades en los mercados financieros internacionales, añadiendo un problema más para aquellas naciones que necesiten fondos para pagar deuda externa.

En este cuadro de situación, mucho se ha hablado en esta semana de si estamos en presencia de una nueva crisis como la que se inició en los "tigres" asiáticos en 1997, que se extendió a Rusia en 1998 y derivó en la devaluación brasileña de enero de 1999.

Sin embargo, a diferencia de aquella fase, hoy son los países centrales los que se encuentran en una crisis declarada desde 2007-2008, a la contención de la cual contribuyeron en alto grado China y el mundo emergente. Hasta ahora.

Los acontecimientos develarán hasta qué punto la "ola de ventas" en los emergentes, tal como lo califican en el mundo financiero, quedará en volatilidad pasajera y circunscripta o se convertirá en un nuevo punto de relanzamiento de la crisis mundial con epicentro en Estados Unidos y Europa.


Sábado, 1 de febrero de 2014
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