Finanzas Juan José Aranguren, el polémico CEO de Shell Compró dólares más caros para presionar por la devaluación. Su decisión de aumentar la nafta y la posterior marcha atrás.
Esta es la historia de una seguidilla de conflictos. Los protagonistas son el gerente de una petrolera y el gobierno nacional. La tensión entre la filial argentina de Shell y el kirchnerismo ya cumplió una década, y en estos días tuvo lugar el último capítulo del que se puede dar cuenta hasta ahora. Sin embargo, en esta ocasión la petrolera se vio obligada a ceder. ¿Tirón de orejas, acumulación de desaciertos o retrocesos de participación en el mercado? Lo cierto es que, al cierre de esta edición, el ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció un acuerdo de precios que les permitirá a las empresas del rubro aumentar los combustibles hasta un 6 por ciento. Pero el anuncio llegó con otra novedad. Por primera vez, la compañía de origen angloholandés formará parte del acuerdo. El enfrentamiento sistemático de su titular, Juan José Aranguren, con la Casa Rosada había llegado al máximo el martes pasado cuando el ministro de Planificación, Julio De Vido, afirmó que Shell “quiere dolarizar el precio de los combustibles” y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, apuntó contra la multinacional por “especular” en el mercado de divisas y tener “una actitud conspirativa contraria a los intereses del país”.
“Es desproporcionada su prédica contra el Gobierno”, dicen de Aranguren cerca de la presidenta Cristina Fernández. La corrida cambiaria que generó la multinacional a fines de enero, la suba unilateral del precio de los combustibles y las sucesivas declaraciones en contra del modelo kirchnerista avalan la sospecha de que detrás de este gerente, al frente de la petrolera angloholandesa desde la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, se esconden otros intereses.
Este último capítulo comenzó a escribirse el pasado 23 de enero, cuando la petrolera compró dólares en el mercado mayorista a un precio superior al oficial, que entonces cotizaba a 7,14 pesos. Shell compró la divisa a 8,40 pesos. Esa intervención en el mercado no sólo fue negativa para el país porque disparó el precio del dólar, sino también para la propia compañía, que perdió mucho dinero en esa operación y ahora es investigada por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), que depende de la Procuración General de la Nación, por la comisión de delitos de orden económico y financiero. Entre los posibles ilícitos no sólo figura la defraudación contra la administración pública, sino también contra los accionistas por la compra de dólares más caros en el mercado. El Gobierno no dudó y apuntó contra Aranguren, el CEO que ordenó la compra de 3,5 millones de dólares a 8,40 cuando la divisa cotizaba 7,14. En una entrevista con Perfil, el gerente argumentó que la compañía tenía que enfrentar vencimientos y que por eso intervino de ese modo en el mercado, y se lavó las manos al afirmar que “todas las operaciones financieras de Shell en la región están a cargo de una oficina ubicada en Río de Janeiro”. Necesitaba dólares y salió a conseguirlos como sea. ¿Sin medir las consecuencias?
“Estábamos en una estrategia de diálogo entre las partes, de trabajar la cadena de valor para generar condiciones de abastecimiento y se adoptó una actitud contraria al interés de la Argentina, es una decisión unilateral para perjudicar”, aseguró Capitanich el lunes cuando, después de la corrida cambiaria que derivó de su intervención en el mercado cambiario, Shell anunció un incremento del 12 por ciento en las naftas. El aumento que ahora decidió reconsiderar. Entonces Shell, en un comunicado, le atribuyó ese 12 por ciento “a la evolución de distintas variables que afectan el mercado de los combustibles en la Argentina”, pero a nadie se le escapó que estaban trasladando directamente a los surtidores los costos en dólares de la compañía. “Estamos haciendo un traslado parcial del fuerte incremento en pesos que se está produciendo en el costo del petróleo crudo, nuestro principal insumo”, reconoció Shell en esa nota. Esos argumentos ya los había expuesto Aranguren cada vez que fue consultado sobre los precios del combustible. Tras ser elegido CEO del año (2013) por 200 líderes de opinión del ámbito empresario, en una entrevista con la revista Apertura explicó que “como el petróleo se está agotando (…) hay alta competencia entre los que estamos interesados para comprarlo y eso es lo que hace que suba el precio. Pero eso se compra en dólares. Por lo tanto, luego hay que traducirlo a pesos. Y ahí es cuando entra a jugar la política monetaria del gobierno nacional, que hace que la devaluación, en lo que va del año, haya aumentado de forma importante. Lo que hace que cada vez tengamos que pagar más pesos por el petróleo crudo que compramos. Si yo no puedo trasladar ese incremento de la materia prima al surtidor, estaremos en rojo”. A buen entendedor…
Que Aranguren haya sido elegido CEO del año, o en términos menos foráneos, el empresario del año, es curioso, teniendo en cuenta que se trata de un gerente que no logró aumentar el volumen de negocios de la compañía, aunque sí la facturación ($ 20.000 millones en 2013-$ 25.000 millones estimados para 2014). En una etapa de mayor demanda de combustibles, Shell redujo su participación en el mercado, vende combustibles a precio más caro que sus competidoras y no realiza inversiones. Según datos de la Secretaría de Energía a los que accedió Veintitrés, la compañía angloholandesa redujo 5 puntos promedio su participación en el mercado argentino. Desde 2002 a la fecha, Shell tenía el 17,5 por ciento del mercado de gasoil y hoy tiene el 10,7. Perdió en este rubro, insumo básico para el agro, 7 puntos de participación. Hace poco más de una década proveía el 20,3 por ciento de las naftas y hoy el 19,1; mientras que en el rubro fuel oil pasó del 23,4 al 18,9 de participación. Esta desaceleración del volumen de negocios de la petrolera se produjo en un contexto de aumento de la demanda de combustibles durante el mismo período.
Según la misma fuente, se produjo un crecimiento del 70 por ciento para el gasoil y un 120 para las naftas, con un incremento demográfico del 10 por ciento desde 2003 hasta la fecha. A la pérdida de participación en el mercado hay que agregarle las sucesivas denuncias y multas que le interpuso el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno y la crisis que atravesó la petrolera tras el enfrentamiento en 2005 y 2006 con el ex presidente Néstor Kirchner, quien ya había denunciado el accionar especulativo de la empresa e instó a los argentinos a “no comprarle a Shell ni una lata de aceite”. En total, unas 54 causas penales por desabastecimiento de gasoil, algunas con pena de prisión, y sólo durante 2007, unas 60 multas por un millón de pesos. Aunque la Justicia falló a favor de la empresa, el enfrentamiento con Moreno tuvo, sin duda, sus costos. Tras la nacionalización de YPF, muchos argentinos prefieren hacer cola y cargar en la petrolera de bandera nacional. Para Aranguren, aquel “no fue un período de desgaste, sino de crecimiento, desde el punto de vista profesional, humano y hasta desde la compañía”. En la entrevista con Apertura afirmó que “no es falsa modestia, ni humildad, pero esa situación no me pesó”.
El año pasado, en otro cruce con Moreno, aseguró que tan sólo cuando cambie el gobierno Shell invertirá en la Argentina. Aunque la firma tiene yacimientos en Vaca Muerta, no los explota. Maneja entre 12 y 13% del mercado, pero no tiene producción de petróleo, sino que les compra a los locales, en especial a Total, luego lo refina y lo comercializa. En ese momento acusó al ex secretario de Comercio de actuar “con prepotencia” y lamentó que muchos empresarios “aguanten que diga lo que quiera”. En ese marco, anticipó que sólo en 2015, con el cambio de gobierno, la compañía “tomará la determinación final de invertir” en la Argentina. Para el diario El Cronista, que haya sido elegido CEO del año es “todo un mensaje siendo que lo seleccionaron por su liderazgo, que ejerció enfrentándose enérgicamente al gobierno kirchnerista en los años en que la política energética fue altamente cuestionada, con resultados que están a la vista”. Claramente, una elección más política que económica.
En cambio, el Gobierno considera “desmedida su posición”, siendo un director de empresa. “Aranguren es un empleado de la Shell, no un accionista”, destacó una fuente del oficialismo al ser consultada sobre las últimas declaraciones y acciones del CEO. Por el tono opositor de todas las opiniones de Aranguren sobre la marcha de la economía durante la gestión K, las sospechas sobre su politización se incrementaron. También contribuyeron las declaraciones del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, quien lo elogió públicamente. Aunque desmintió su cercanía con el macrismo, la cerrada defensa que hicieron de su desempeño algunos diputados del Pro recicló las dudas sobre su afinidad con el partido amarillo. En medio de las denuncias en su contra por intentar forzar una escalada del dólar, Patricia Bullrich, Federico Sturzenegger, Héctor Baldassi y Cornelio Schmidt-Liermann presentaron en el Congreso una declaración de “solidaridad” hacia el empresario y calificaron las acusaciones contra el CEO de la multinacional extranjera como “un ataque a los derechos humanos fundamentales”.
Aranguren, como era de esperar, celebró la salida de Moreno del Gobierno “porque era necesario un cambio de política”. Sin embargo, tras el recambio del Gabinete y hasta el último miércoles no había logrado bajar el tono de su confrontación con la Casa Rosada. Habrá que ver cómo sigue la relación tras el anuncio de Kicillof sobre un acuerdo de precios para los combustibles que incluye a todos los eslabones del sector. Según pudo saber esta revista, el ministro negoció a solas con el CEO de Shell en una reunión “tensa” que concluyó con el compromiso de retrotraer los precios para que alcancen un tope del 6 por ciento. Como el entendimiento regirá durante febrero, recién en marzo se escribirá el próximo capítulo de esta historia.
Viernes, 7 de febrero de 2014
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