Sociedad Las dudas detrás de la tragedia de Barracas Qué provocó el incendio del depósito que terminó con la vida de nueve bomberos. Los cuatro siniestros similares que la empresa de almacenamiento Iron Mountain tuvo en otros países. La falta de un protocolo para emergencias. Y las historias de los hér
A las ocho de la mañana del miércoles 5 de febrero, lo que se presumía como un incendio común en una fábrica en el barrio de Barracas terminó convertido en una tragedia difícil de explicar y de olvidar.
Ni los policías, ni el personal del SAME, ni los miembros de Defensa Civil de la ciudad de Buenos Aires, que acudieron a contrarrestar el fuego que se expandía en el interior del depósito de la filial argentina de Iron Mountain –una de las empresas de almacenamiento y manejo de documentación más grandes del mundo– pudieron evitar que las viejas paredes de ladrillos de la calle Azara 1245 cedieran sobre los cuerpos de los seis bomberos de la Policía Federal Argentina, un bombero voluntario y dos funcionarios de Defensa Civil.
Consumada la catástrofe, con siete heridos –algunos de ellos de gravedad– y la pérdida irreparable de nueve personas que hoy son consideradas como héroes por la sociedad, surge un interrogante que engloba a los demás: ¿se podría haber evitado?
“Cobramos dos mangos y ponemos el pecho todo los días. Nos faltan elementos de seguridad para actuar. Así no se puede trabajar”, dijo, nervioso y alterado por la muerte de dos compañeros, un rescatista del Defensa Civil de la Ciudad. Algunos datos que se conocieron después le daban sentido a su queja. En los últimos dos años, la Dirección General de Guardia de Auxilio y Emergencias porteña disminuyó su dotación de personal en 37 cargos para cubrir las necesidades de intervenciones en emergencias urbanas. Lo que indica un desmantelamiento parcial de la misma y su capacidad de intervención. En el 2012 hubo 287 cargos para una meta de 14.000 intervenciones. Y mientras el presupuesto sancionado para 2013 fue de 40,6 millones de pesos, en 2014 ascendió apenas a los 42 millones. Pero el número de cargos bajó a 250. En ese orden de prioridades, el Ejecutivo a cargo de Macri destinó, en 2013, 1.152,8 millones de pesos para la Policía Metropolitana. Elevándolo en 2014 a la suma de 1.773,2 millones de pesos.
En esa situación llegaron los rescatistas el miércoles a la mañana al depósito de la calle Azara, donde se almacenaban archivos bancarios, telefónicos y petroleros. El lugar pertenece a la empresa norteamericana Iron Mountain.
En Buenos Aires, esta firma tiene sus oficinas centrales en Parque Patricios y cuenta con depósitos en Barracas, Lugano y La Boca. “Para nosotros, los grandes clientes son los bancos, compañías de seguros, AFJP y empresas de servicios que guardan mucha información de facturación y legajos”, dijo en 2006 el presidente de Iron Mountain Argentina, Ricardo García, al inaugurar la cuarta planta de la compañía. En diciembre de 2009, la empresa fue distinguida por el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, por ser una de las tres primeras inscriptas en el Registro de Empresas TIC de la ciudad de Buenos Aires, en el marco de la reunión del Consorcio de Empresas del Distrito Tecnológico, en las propias oficinas de Iron Mountain. Dos meses antes, la empresa había ganado la licitación para la tarea de digitalización e indexación de fotogramas e imágenes de los rollos de microfichas del Archivo de la Dirección General Mesa de Entradas, Salidas y Archivo dependiente de la Secretaría Legal y Técnica. El monto de la licitación ascendió a más de 800 mil pesos.
Iron Mountain cuenta con un socio muy especial. En 2011, por diversas deudas, el fondo Elliot Management, fundado por Paul Singer, exigió cuatro lugares en el directorio de Iron Mountain pero tuvo que conformarse con un solo asiento. Elliot Management es dueño de un fondo buitre que tiene un juicio contra la Argentina por un litigio de más de mil millones de dólares. Este miércoles, en la medida en que el incendio crecía en intensidad, fuentes del gobierno porteño salieron a destacar que la empresa contaba con “la habilitación correspondiente para funcionar desde el 8 de noviembre de 2007”, según señalaron. “Tenía la habilitación para depósito de papel y cartón, envases y todo producto de papel limpio”, agregaron.
Pero si se realizaron las inspecciones debidas es otro tema. La titular de la fiscalía de instrucción Nº 37, Marcela Sánchez, intenta determinar si hubo fallas en el sistema antiincendios. Al cierre de esta edición, aguardaba la declaración de tres empleados de la empresa que lograron huir del siniestro minutos antes del derrumbe, quienes habrían asegurado a los periodistas que los matafuegos y el sistema antiincendios en general no habrían funcionado. De ser así, se explicaría por qué las llamas se expandieron de manera tan rápida y sorprendieron a los primeros bomberos que llegaron al lugar.
En materia de seguridad de sus instalaciones, esta empresa tiene algunos antecedentes llamativos. Fundada en 1951 en Estados Unidos, su actual presidente y CEO es William Meaney, un ex oficial de operaciones de la CIA. Extrañamente, para una empresa con más de 140.000 clientes corporativos, los incendios parecerían no preocupar a sus autoridades. En 1997, dos edificios propiedad de la compañía sufrieron incendios en una localidad de New Jersey, EE.UU. El jefe de bomberos del distrito declaró que los siniestros en ambos depósitos tenían las características de incendios intencionales.
¿Fue intencional? ¿Fallaron los sistemas antiincendios? ¿El edificio, antiguo por cierto, estaba en condiciones? ¿Por qué se cayeron tan fácilmente las paredes? Los peritos tendrán una gran tarea por delante. En el 2006, en la ciudad de Ottawa, Canadá, el depósito de Iron Mountain en una de las naves del polo industrial Cyrville sufrió un incendio en el que se perdió el 3% de lo almacenado. Días después, en Inglaterra se incendió un depósito de seis pisos en Bow, al este de la capital, y se quemaron los registros en papel de 600 clientes –entre ellos importantes abogados londinenses– y las historias clínicas de 240.000 pacientes de los hospitales de Chelsea y Westminster. Iron Mountain dijo desconocer los motivos del siniestro, en el que también se prendieron fuego cuatro camiones de entrega, sin que se registraran heridos. Cinco años después, en noviembre de 2011, como si se tratara de una seguidilla pirómana, en la localidad de Aprilia, Italia, las llamas envolvieron el edificio de la empresa y causaron daños considerables tanto en el contenido físico como en el digital.
En el caso de Barracas, al cierre de esta edición aún no se habían apagado las llamas, pese a la lluvia que cayó sobre la ciudad en horas de la noche. Los bomberos, pese al dolor por la muerte de sus camaradas, continuaban trabajando para que, una vez totalmente asegurado el lugar, los especialistas pudieran ingresar para peritar todo el depósito. Las dudas son muchas.
¿Fue intencional? ¿Fallaron los sistemas antiincendios? ¿El edificio, antiguo por cierto, estaba en condiciones? ¿Por qué se cayeron tan fácilmente las paredes? Los peritos tendrán una gran tarea por delante.
“Sorprende lo que sucedió, porque son paredes de 30 centímetros y no hay ventanas”, argumentó el defensor del pueblo porteño electo, Alejandro Amor, que insistió en su reclamo para que el Gobierno de la Ciudad promulgue “un protocolo de emergencias único” de intervención en tragedias como la que se produjo en Barracas. “Hay de hecho una fuerza coordinada, pero tiene que haber un protocolo simple, fácil y entendible cuando surgen hechos así, para que todos sepan lo que tienen que hacer”, dijo a la prensa frente al depósito.
Quejas por las condiciones en que trabajan los rescatistas de Defensa Civil; los antecedentes de incendios en otros depósitos de Iron Mountain; las posibles fallas en los dispositivos de seguridad dentro del depósito y qué ocurrió con los empleados de la firma que estaban en el lugar en el momento en que comenzó el incendio. Son muchos los elementos irregulares que rodean la tragedia de Barracas. Lo más triste es que, mientras se escriben estas líneas, nueve familias lloran a sus seres queridos que perdieron la vida en el incendio.
Las víctimas
La subinspectora Anahí Garnica fue la primera mujer bombero de la Policía Federal. Sintió una fuerte vocación desde pequeña y consiguió ingresar a la fuerza en 2003 cuando todavía no existían comodidades ni equipamiento para el personal femenino. Tres años después era destinada al Cuartel I de Bomberos. José Luis Méndez llevaba 15 años como bombero voluntario y pertenecía a Defensa Civil. En su muro de Facebook escribió alguna vez: “Juro cumplir la misión que voluntariamente estoy aceptando con abnegación, valor y disciplina aunque para ello debiera ofrendar la vida”. Sebastián Campos también era voluntario. No podía ser otra cosa que bombero, habiéndose criado en un cuartel. También era mecánico y padre de una beba. Leonardo Day era el más veterano y revistaba como jefe de bomberos de la Policía Federal. Junto con otros efectivos, estaba procesado por la demora en el hallazgo de Lucas Menghini, fallecido en la tragedia del tren de Once. Completaron la lista de muertos Pedro Barícola, de Defensa Civil, y los bomberos de la Federal Damián Veliz, Eduardo Conesa, Maximiliano Martínez y Juan Matías Monticelli.
¿Y dónde está el jefe?
Por T.G.
El día de la tragedia de Barracas resonó la frase que acompaña al popular personaje Wally: ¿dónde está el jefe de gobierno? Nadie sabía la respuesta, o nadie la quería decir. Una vez más, Mauricio Macri estaba de vacaciones. Desde las primeras horas, Veintitrés intentó comunicarse con los voceros del jefe de gobierno pero ninguno respondía la llamada. El tiempo pasaba y ninguna voz autorizada revelaba el misterio. En uno de los intentos, esta revista pidió hablar con el director general de Coordinación de Prensa del GCBA: respondieron que estaba en una reunión y “no podía atender”. Ante la inquietud por Macri, la respuesta fue clara: “No sé”. Alrededor de las 17 horas, una fuente cercana a Mauricio informó que se había ido al sur de la Argentina el martes y llegaría directo a Barracas. Fue lo que sucedió. Alrededor de las 19, Macri llegó al lugar de la tragedia, hizo un par de declaraciones y se fue.
No es la primera vez que tiene que volverse de sus vacaciones familiares por una tragedia. Lo mismo ocurrió en diciembre, cuando tuvo que regresar desde el sur tras la crisis energética que dejó a varios barrios porteños sin luz. Al fotógrafo que registró su paso por Bariloche le ofreció comprarle las fotos. Un informe de la legisladora Gabriela Cerruti indica que Macri se tomó más de 260 días de viaje en sus primeros cinco años de gestión. Ahora le quedan dos años. Se ve que a Mauricio nadie quiere dejarlo descansar.
Viernes, 7 de febrero de 2014
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