Economia La dinámica cambiaria tras la salida del cepo y los desafíos del Gobierno: ¿se puede "despertar" el dólar?  Pese al orden macro, el éxito del esquema de flotación y el derrumbe de la inflación, existen elementos de riesgo para quebrar la pax cambiaria Luego de la implementación de un nuevo esquema cambiario tras el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en abril, el Gobierno avanzó con la liberalización del mercado y permitió que el tipo de cambio oficial quedara determinado exclusivamente por la oferta y la demanda. De esta manera, se puso fin a la brecha cambiaria, en un contexto en el que la autoridad monetaria optó por no intervenir de manera directa en el mercado. Este marco se consolidó con una serie de variables que el Poder Ejecutivo considera fundamentales de cara a las elecciones legislativas. Entre ellas, se destacan el descenso sostenido del índice de inflación, la mejora del resultado fiscal y la relativa estabilidad del valor del dólar. Desde el oficialismo consideran que mantener el equilibrio en el mercado cambiario será clave para llegar con margen político a la segunda mitad del mandato, en la que se propone avanzar con nuevas reformas de carácter estructural.
Sin embargo, un informe reciente de la consultora LCG advierte sobre ciertos factores que podrían alterar este escenario, y destaca que los saldos del comercio exterior podrían convertirse en una fuente de presión sobre el tipo de cambio en los próximos meses. En ese contexto, la consultora identificó riesgos asociados al incremento de las importaciones y a un posible deterioro del balance externo.
La lectura de LCG sobre el nuevo régimen cambiario En su análisis, LCG valoró el carácter flexible del nuevo esquema cambiario, aunque sugirió que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) podría haber optado por mantener un tipo de cambio más elevado mediante compras en el mercado, con aval del FMI. Aun así, la consultora destacó que el diseño general del régimen presenta beneficios en un contexto internacional marcado por la incertidumbre, en particular por las políticas comerciales de Estados Unidos, el conflicto en Ucrania y la tensión creciente en Medio Oriente. La consultora también hizo foco en el ordenamiento fiscal que, según sus analistas, viene dándose de forma progresiva y con poca repercusión mediática. Asimismo, destacó el retroceso de la inflación como un dato positivo, aunque alertó que no todos los indicadores muestran una tendencia favorable.
Uno de los puntos señalados con preocupación es la evolución del comercio exterior. Según el informe, tras el mes de junio podrían comenzar a registrarse saldos cada vez más deficitarios, lo que representaría una amenaza para la estabilidad cambiaria. En ese sentido, LCG recomendó no subestimar la velocidad con la que podrían crecer las importaciones en lo que resta del año.
Impacto de las importaciones y respuesta del mercado De acuerdo al análisis de LCG, el aumento de las importaciones podría superar, en términos de impacto sobre el balance externo, los ingresos derivados de la producción de hidrocarburos no convencionales, incluso con un precio del crudo por encima de los 75 dólares por barril. Frente a este posible deterioro externo, la consultora considera que el mercado podría comenzar a buscar un tipo de cambio más elevado.
Este movimiento en la cotización del dólar, según el informe, podría tener un doble efecto: mejorar los márgenes del sector transable y reforzar el frente externo, aunque a costa de generar presiones inflacionarias en el corto plazo. LCG considera que este ajuste no sería necesariamente negativo, sino que podría aportar mayor consistencia macroeconómica. Incluso, plantea que este escenario podría anticiparse a las elecciones legislativas.
El informe subraya que el comportamiento del tipo de cambio no necesariamente depende de nuevas negociaciones entre el Gobierno y el FMI, sino que podría estar condicionado por las decisiones de los inversores privados. Estos actores, según la consultora, suelen anticipar los movimientos de mercado y aumentar su demanda de divisas en la previa de los procesos electorales.
Rol del BCRA y posibles escenarios LCG también evaluó las alternativas del Banco Central frente a una eventual mayor demanda de dólares. En este contexto, la posibilidad de que la entidad decida vender reservas fue considerada una señal riesgosa, ya que podría generar incentivos adicionales para dolarizar carteras. La opción más probable, según la consultora, sería una intervención indirecta mediante el mercado de futuros, herramienta que estuvo limitada por el acuerdo con el FMI.
La entidad descartó, sin embargo, un escenario de crisis financiera o una corrida cambiaria pronunciada. A diferencia de lo ocurrido en 2017, los inversores extranjeros no tienen en la actualidad una participación tan significativa en el mercado de pesos, lo cual reduce la probabilidad de una salida masiva de capitales. A esto se suma que los flujos recientes de ingreso de fondos se originaron mayoritariamente en actores locales.
En relación con los movimientos de corto plazo, LCG destacó que el comportamiento del tipo de cambio tiende a retroalimentarse. Esto significa que una suba sostenida del dólar puede estimular una mayor demanda por parte de individuos y empresas, que optan por cubrirse a través de operaciones digitales en homebanking o mediante sociedades de bolsa.
Desde esta perspectiva, si el valor del dólar comienza a acercarse a nuevos niveles, como $1.250 o $1.300, eso podría reforzar la tendencia compradora. En ese caso, el BCRA tendría que evaluar si conviene intervenir para evitar una apreciación desordenada o permitir que el mercado encuentre un nuevo equilibrio, siempre dentro de los márgenes definidos por el esquema acordado con el FMI.
Perspectivas de corto plazo La conclusión del informe plantea que, si bien no se esperan sobresaltos mayores, el equilibrio alcanzado podría verse alterado por factores vinculados al comercio exterior y al comportamiento de los actores financieros ante la proximidad electoral. El BCRA, según la consultora, cuenta con herramientas limitadas para intervenir, lo que obliga a monitorear de cerca la evolución de las cuentas externas y el impacto que pueda tener una mayor demanda de divisas.
En este marco, el desempeño del sector externo y la política monetaria seguirán siendo ejes centrales en la estrategia económica del Gobierno, que busca preservar la estabilidad cambiaria y contener la inflación, en un año clave desde el punto de vista político.
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Viernes, 20 de junio de 2025
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