Laboral Reflota el debate global de reducir la jornada laboral a seis horas para combatir el desempleo Es a partir de la propuesta para disminuir las horas de trabajo que hizo el vicealcalde de la ciudad sueca de Gotemburgo Mats Pilhem. La medida cuenta con el rechazo del sector empresarial pese a que se ha demostrado que se puede mejorar la productiv
Que el trabajo esté asociado a una actividad alienante, y el ocio a una mayor libertad, es una contradicción que se profundizó con la modernidad. Y en esto contribuyó el incremento del horario de la jornada laboral y su intensidad a partir del desarrollo de la gran industria del siglo XIX. Si bien con los años, las extenuantes jornadas fabriles de 16 horas diarias se fueron acortando –por lo menos en términos legales–, lo cierto es que hoy en día miles de trabajadores en el mundo sufren la sobreocupación y encuentran en el trabajo nada más que un foco de accidentes laborales y agotamiento físico y mental. Pero el trabajo es la valorización del capital, de aquí que el empresariado en un principio se oponga a toda tentativa que apunte a una reducción de la jornada laboral con mismo salario. En este sentido, la propuesta del vicealcalde de la ciudad sueca de Gotemburgo y miembro del Partido de Izquierda de ese país, Mats Pilhem, de experimentar una reducción de la jornada laboral a seis horas diarias para los trabajadores de la administración pública con mismo salario desató un revuelo mediático en un contexto de crisis europea donde la mayoría de los países del Viejo Continente asisten a la implementación de medidas de mayor ajuste y flexibilidad laboral. Los argumentos de mayor productividad de un trabajador más descansado se oponen en el marco de este debate a los de demagogia en un año electoral para el país escandinavo. Pero la discusión de carácter más general se impone a lo largo del globo donde, sin ir más lejos, en julio de 2013 Brasil se vio conmocionado por la primera huelga general desde terminada la dictadura, y en la que uno de los principales reclamos fue llevar la jornada laboral de 44 horas semanales a 40 horas.
Más o menos trabajo… ¿para quién? La propuesta a ser implementada en la segunda ciudad más grande de Suecia implica que parte de los trabajadores pertenecientes a un departamento público pasen a trabajar seis horas diarias con igual remuneración, mientras que el resto continúe en otro departamento trabajando con el esquema vigente de 40 horas semanales. Los autores de tal medida afirman que la experiencia, de un año de duración, demostrará que para los casos con jornada de trabajo reducida se ahorrarán gastos al disminuir las licencias por enfermedad, en tanto que aumentará la eficiencia de los trabajadores al tener mejor desempeño físico y mental. También señalan que, de obtenerse resultados positivos y generalizarse al resto, ello podría significar una cantidad mayor de trabajadores empleados al repartirse las horas de trabajo. Pilhem incluso señaló que tal experiencia habría sido recientemente testeada en una fábrica de autos con resultados prometedores, mientras que la oposición afirma que estos experimentos, que ya fueron llevados adelante en Suecia años atrás, no sólo generaron altos costos para los distritos correspondientes que superaron los incrementos de productividad y eficiencia, sino que resultaron en algunos casos en un incremento en la intensidad del trabajo, lo que perjudicó aún más la salud de los trabajadores. Otra crítica se sostiene en que en realidad esto sólo blanquearía una realidad de un sector donde se trabaja efectivamente menos horas, lo que sólo sería una formalización de un hecho consumado. Pero algunos advierten también sobre la posibilidad de que menos horas de trabajo, en el lugar de trabajo, sean remplazadas por una mayor cantidad de trabajo domiciliario, teniendo en cuenta que esta modalidad prolifera en la actualidad gracias al desarrollo de los medios de comunicación. En este sentido, hace menos de un mes en Francia se firmó un acuerdo entre empresarios y trabajadores que prohíbe cualquier tipo de requerimiento laboral de sus empleados luego de finalizada la jornada laboral. Justamente, Francia se convirtió en un referente de la reducción de la jornada laboral que a partir de 1999 se llevó a 35 horas semanales. Pero no hay que subestimar que en la práctica los trabajadores franceses vieron extendida su jornada laboral mediante horas extra a las que acuden cada vez más, en tanto que el salario no se actualiza desde hace más de dos años. Según el propio ex presidente Sarkozy, el promedio de trabajo en Francia es de 39,4 horas semanales por trabajador. Asimismo, las horas extra no son remunerativas, es decir, no se pagan sobre ellas cargos sociales, y sufrieron una baja al implementarse la reforma, lo que en definitiva pone en cuestionamiento sobre cuál fue el impacto real sobre el salario del trabajador francés. De todas formas, el debate sobre la posibilidad de extender la jornada laboral está nuevamente a la orden del día en el país europeo. En este sentido, el economista Pablo Rieznik, autor del libro Las formas del trabajo y la historia y miembro del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, señaló a Tiempo Argentino que, "más allá de la experiencia de un intendente de izquierda en el sector público, la política general de la troika en la Unión Europea ha sido la de asesinar el salario, aumentar la precarización del empleo con la excusa del empleo joven y despedir en masa. Incluso en experimentos anteriores como el de Francia, se planteó una reducción mínima de la jornada pero compensada por el retiro de otras conquistas laborales, siendo que aun así el mercado no dio curso a la mentada reducción." Y agrega: "También hay que estar alerta a cuando la reducción de jornada es un recurso frente a la crisis. Pero normalmente, o es un episodio aislado, o se hace con pérdidas salariales directas o indirectas y como transición al despido. Lo que de conjunto se contrapone con la noción de la reducción de la jornada y el reparto de las horas de trabajo como pasaje del reino de la necesidad al de la libertad, que implicaría que el hombre, socializado, regule racionalmente su trabajo y lo ponga bajo su control en vez de estar dominado por él." Es que la cuestión de fondo es cuánto del trabajo realizado por el trabajador es apropiado por él y cuánto por el capital, por ello la reducción de la jornada con mismo salario debe ser enmarcada en una visión integral del impacto relativo que tiene sobre el ingreso real –y final– obtenido por el trabajador y su relación con cualquier incremento que tenga la productividad de su trabajo. Y el tema de la productividad será el indicador que dará cuenta de cuál medida laboral es necesaria de implementar para el capital, y ello tendrá lugar en el marco de sus necesidades de acumulación y de la lucha política que se establezca en torno a su ejecución. A modo de ilustración de lo relativo que ello puede ser para cada caso en particular, en tanto se observan los índices de productividad laboral por persona empleada publicados por Eustat, se llega a la conclusión de que en el período 2001-2012 el indicador se mantiene estable para el conjunto de Europa, siendo que para Francia se ve una caída del 3,5%, en el Reino Unido del 7,1%, en Alemania se mantuvo, en España aumentó un 5,8% y en EE UU también lo hizo en un 1,1 por ciento. Sin embargo, un informe del Departamento de Análisis y Previsión del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas indica que la actividad en el sector privado francés registró un alza del crecimiento del 2,9% anual mientras se aplicó la reducción de la jornada laboral. De hecho, el informe señala que "entre cinco de los mejores años que conoció el sector privado en los últimos 30 años, tres se sitúan durante el período 1998-2002 y cuatro si se retiene el de creación de puestos de trabajo", anota el estudio. Según este departamento, después de la instrumentación de la jornada reducida "los resultados fueron mejores que los registrados en el resto de la Eurozona, sobre todo comparados a Alemania e Italia". Finlandia, en 20 distritos también redujo la jornada laboral a través del proyecto "6 + 6". Los empleados se remplazan cada seis horas con excelentes resultados porque se sentían menos cansados y su rendimiento era mayor. Actualmente en la Argentina, la ley contempla una jornada laboral de 48 horas semanales (ocho horas diarias en seis días hábiles). Ya en 1906, la Federación Obrera Regional Argentina aprobó la lucha por las seis horas diarias, pero luego quedó desplazada en 1929 por la legislación hoy vigente, que en realidad reglamentó en el orden local lo impulsado en su momento por la Organización Internacional del Trabajo. Asimismo, en los años '90, fue implementado el contrato a tiempo parcial que concibe una duración que no debe superar las dos terceras partes de la jornada habitual, pero ello implica un salario proporcional que entonces es menor. Por ello no existe en el país un antecedente de reducción de la jornada con igual remuneración, frente a lo que fueron presentados dos proyectos de ley, uno en Diputados en 2012 y otro en Senadores en 2013, de 45 y 40 horas semanales respectivamente, en vistas a cumplimentar lo sugerido por la OIT en el año 1962, que estipula que "cada Estado debería fomentar y, siempre que sea posible, asegurar la aplicación del principio de reducción progresiva de la duración normal del trabajo, con miras a llegar a la semana de 40 horas, sin disminución alguna del salario de los trabajadores". La tendencia se consolida en países de Europa Tanto en Bélgica como en Noruega rige la ley laboral que determina una jornada de trabajo 30 horas semanales. En Alemania se mantiene en las 35 horas, mientras que en Dinamarca se implementó recientemente las 33 horas semanales. En este país nórdico, sin embargo, la ley se conformó en base al concepto "flexicurity" (seguridad y flexibilidad laboral), que da mayores facilidades para contratar pero también despedir trabajadores. Por su parte en el Reino Unido, la semana pasada los medios británicos manifestaron la actual preocupación del incremento de trabajadores que trabajan más de 48 horas semanales, los que alcanzan los 4 millones de empleados, es decir 350 mil más que diez años atrás. Asimismo en reciente estudio del Trade Unions Congress (TUC), organismo que aglutina centrales obreras británicas, develó que el promedio de trabajo semanal en el Reino Unido es de 43,6 horas semanales, comparado al promedio europeo de 40,3. A su vez reveló que los trabajadores británicos proveen a sus empleadores 2000 millones de horas de trabajo gratis mediante el trabajo extra sin remuneración alguna, lo que habría implicado en términos monetarios un costo de U$S 49 mil millones para esos trabajadores, o su equivalencia de haber podido crear con ese monto un millón de puestos de trabajo. A su vez, en los Estados Unidos, si bien la ley estipula las 40 horas de trabajo semanal, los estudios revelan que el 85,8% de los hombres y el 66,5% de las mujeres trabajan más que esas 40 horas. Ya en el año 2007 (incluso antes de iniciada la última crisis), la Organización Internacional del Trabajo realizó un estudio donde estimó que el 22% de la mano de obra mundial trabaja más de 48 horas semanales para poder afrontar sus gastos corrientes.
Lunes, 28 de abril de 2014
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