Finanzas El banco de los BRICS en el combate contra el dólar En poco tiempo, el grupo se fue consolidando como eje de un poder aún incierto pero creciente. Se puede asegurar que va paso a paso. Las esperanzas que despertó la cumbre de BRICS en Fortaleza fueron, para algunos medios locales, mayores que las realidades que se podían concretar en la primera participación argentina en ese foro exclusivo. Se juntaban dos escenarios particularmente complicados: por un lado, la crisis con los fondos buitre que jaquea a la Argentina en un momento crítico. Pero paralelamente son muchos los que ansían desde hace décadas la construcción de un poder que contrapese la asfixiante expansión de Estados Unidos hacia todos los rincones del mundo tras la caída de la Unión Soviética a inicios de la década del '90. Se entiende que la urgencia de un título periodístico es abrumadoramente más perentoria que las necesidades de los líderes que se vienen juntando desde hace un quinquenio para buscarle la forma a un mundo multipolar.
Esta vez se unieron el deseo y la necesidad de este lado del Plata de lograr apoyos en su pelea de fondo en la Corte de Griesa y la expectativa de poder ingresar a BRICS para potenciar la voluntad de un desarrollo autónomo. Sin embargo, no es eso lo que fue a buscar Cristina Fernández y tampoco es eso lo que le estaban ofreciendo cuando recibió la invitación al encuentro de los presidentes en la ciudad brasileña.
BRICS es una construcción de los principales países emergentes, los que están destinados, según las especulaciones más sensatas, a liderar el mundo del siglo XXI. Cierto que el acrónimo surgió de un evaluador del banco Goldman Sachs (GS), una institución financiera que pocas ganas tiene de que cambie el mundo que hay. Y menos si ese cambio no lo puede controlar, como en cambio lo viene haciendo con la crisis europea. El mismo analista, Jim O'Neill, encontró otra sigla, PIGS (cerdos, en inglés) para definir a los que "se iban a ir para la B", Portugal, Italia, Grecia y España. Países estos donde el GS tiene mucha responsabilidad en el desastre.
En cuanto a los BRICS, puede decirse que hubo acercamientos en Asia de las principales potencias, Rusia, India y China, desde mucho tiempo antes de que O'Neill se pusiera a jugar con acrónimos. La aparición de Brasil en este horizonte se explica por la presencia de Lula de Silva en el gobierno, a partir de 2003. Y la de Sudáfrica le puso la frutilla al postre: sí, la visión del BRICS puede tener relación con factores económicos –representan el 43% de la población mundial y el 21% del PBI y ya explican la mitad del crecimiento mundial– pero mucho más la tiene con la geopolítica.
No solamente este grupo de naciones es fuerte en Asia, de donde son originarias y donde ocupan los primeros lugares en población y PBI. Ahora también tienen un pie en África y otro en América. Por otro lado, lograron unir a tres diferentes culturas que cada una a su manera buscan recuperar los lugares decisivos que han tenido a lo largo de la historia de la humanidad: la China milenaria, la trascendente India y el viejo hálito imperial de los zaristas. Todo bien sazonado con otra tierra que también supo ser imperio como Brasil y el país más europeizado del África negra. Hay que decir que una alianza entre el régimen racista de Sudáfrica ya se había producido durante los años de plomo en el Cono Sur, donde participaron las dictaduras brasileña y argentina. La idea era en esos tiempos setentistas armar una Organización del Tratado del Atlántico Sur de tinte fuertemente anticomunista. Pero esa es otra historia.
Lo cierto es que luego del embate inicial de Washington tras la debacle de la URSS –que a partir de los atentados a las Torres Gemelas avanzó para ocupar espacios territoriales en el entorno de Rusia y de China– se produjo la crisis económica del neoliberalismo y van apareciendo espacios para otros protagonistas en un nuevo escenario. China avanza a paso redoblado desde la apertura económica de 1979, de modo que no sorprende su nuevo rol de gran comprador y gran equilibrador internacional. La India, con el antecedente del gobierno de Rawahalal Nehru para "surfear" entre Moscú y Washington en los años de la Guerra Fría, ya ocupaba un espacio que por desarrollo y población le cabe. A esto se agrega Rusia, que con Putin y a caballo de la crisis europea busca retomar sus antiguas posesiones –con Crimea ya lo logró– y sus áreas de influencia, como hizo en Siria. Tres actores con intereses y armamento nuclear, dos de ellos con un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. No es poco.
Por eso es que a medida que fue pasando el tiempo, BRICS se va consolidando como eje de un poder aún incierto pero creciente. Una característica es que van paso a paso, como dijera un DT argentino. De modo que la ampliación hacia otros actores globales, como sería el caso de Argentina, por ahora deberá esperar. Por otro lado, habrá que analizar si es que es necesario estar en ese club, y de qué modo intervendrían los otros organismos de los que con más pertinencia forma parte el país, como Mercosur, Unasur y la Celac.
A pesar de esto, la sola sospecha de que se pudiera tratar esa cuestión en Fortaleza bastó para que desde una de las centrales empresarias brasileñas se tirara a petardear cualquier ampliación. Lo más probable es que si alguna vez es oportuno contar con un nuevo socio, como todo lo que se hace en BRICS suele obedecer a los tiempos chinos, todos estén avisados de la novedad y no sorprenda a nadie.
Lo que sí se anunció en Brasil fue la creación de un Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y un fondo común de reservas para casos de contingencia; 50 mil millones de dólares en el primer caso, 100 mil millones en el segundo. La directora del FMI, Christine Lagarde, se apuró a celebrar la iniciativa, con el tono protocolar que se aplica en contiendas de alto nivel como esta. Pero no es una buena novedad para la entidad que forzó medidas neoliberales en todo el mundo con la excusa de la ayuda financiera, de modo que no habrá que augurar una buena convivencia.
Suele decirse que los bancos prestan un paraguas cuando hay sol y lo reclaman cuando llueve. Un banco de los BRICS es la promesa de un banco que preste a los países necesitados cuando llueva y sin exigencias neoliberales. Algo que podría ayudar al desarrollo de la región con créditos accesibles, pero no en este preciso momento. Es que el NBD, que se comenzó a diseñar en 2012, entraría en vigencia recién para 2016.
Lo que gradualmente sí está en marcha es el intercambio de mercaderías en monedas locales entre los socios de BRICS. Acuerdos similares se llevan a cabo entre Argentina y China, y también con Brasil. El Banco del Sur también tiene ese propósito, pero se viene demorando y no son pocos los que acusan de la lentitud al Planalto, que apostó más a sus relaciones extraterritoriales.
Habrá que decir que un banco "multipolar" tendrá que resolver el problema de fondo que subyace detrás de todo este debate: el fetiche capitalista del dólar como moneda de reserva e intercambio. Es decir, que ponga el último remache al féretro de Bretton Woods de 1946, que estableció las reglas financieras internacionales al fin de la guerra. Hay analistas que avizoran que la divisa china, el yuan, será en pocos años un fuerte competidor del dólar, la divisa en que aún se realiza más del 80% del comercio internacional. Pero si es por experiencia concreta, el euro nació el 1º de enero de 1999 para competir directamente con el "verde" y no sólo todavía no lo logró sino que sufre un embate desde 2008 que lo hizo trastabillar bastante. Y para colmo, habrá que ver cómo queda posicionado el euro luego de que Estados Unidos y la Unión Europea firmen el Tratado de Libre Comercio por el que vienen bregando aceleradamente.
Todo tiene que ver con todo, dicen las malas lenguas. Y el derribo del avión de Malaysia Airlines en Donetsk también entra en el inventario de este nuevo escenario global. Aunque es pronto para decir de qué manera.
Viernes, 18 de julio de 2014
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