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Temas Fiscales - Económicos - Financieros
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Economía
Devaluar no impide la caída del comercio
Los valores de las monedas no originan los cambios de tendencia de los intercambios globales. El reduccionismo de las causas de esos movimientos a las relaciones entre signos monertarios oculta problemas como la distribución del ingreso.

Las exportaciones mundiales cayeron 22,5% en el año 2014 tras un trienio de estancamiento. En 2013 fueron de 18,7 billones de dólares y descendieron a 14,5 billones en el año siguiente. Los efectos de la crisis mundial no cesan: los países centrales mostraron recuperaciones muy disímiles y leves, mientras que los incrementos de producción y comercio exterior en las naciones emergentes son cada vez más lentos, retrató Tiempo Argentino.

El desplome de los precios mundiales del petróleo (un 47% entre el 15 de julio y el 31 de diciembre de 2014) y la debilidad de otros productos básicos tampoco ayudaron. Si bien impulsaron los ingresos reales y algo de las importaciones de los países compradores, incidieron mucho más negativamente en los ingresos de exportación y en la reducción de la demanda de importaciones en los países exportadores. Incluso China ha mostrado un estancamiento notable tras una década de crecimiento inédito.

En ese contexto las voces que reclaman a gritos una devaluación del peso argentino para revertir el encarecimiento de la producción local, parecen no advertir que Argentina no es un oasis en medio del desierto. La crisis industrial en los países centrales y ciertos intentos, incipientes por cierto, de una reindustrialización de las potencias europeas y Estados Unidos han generado un excedente de productos que deben ser relocalizados en otras latitudes, situación que se verifica también en China.

Si este escenario no fuera suficientemente adverso, nuestro principal socio comercial, Brasil, cuyas compras al país representan más de un cuarto del total de las exportaciones industriales argentinas, está atravesando un profundo estancamiento de su producción y de sus compras al exterior. Por lo visto, la devaluación no ha sido una solución a sus males.

El aumento de la paridad cambiaria contra el dólar con que martillan a las audiencias los gurúes del establishment local no fue una solución para Brasil. Lejos de tratarse de una política económica que se propuso mejorar la competitividad industrial o abaratar la producción, se trató de una devaluación forzosa. Fueron la salida de capitales y las calificadoras de riesgo los factores que empujaron la devaluación en Brasil, cuyo único resultado evidente es el empobrecimiento de los asalariados, una caída de la demanda interna y de la recaudación y, por lo tanto, un mayor ajuste del que sólo surge un escenario recesivo de la economía vecina.

Argentina no debe devaluar su moneda porque a Brasil lo devalúan. No es esa una respuesta de política económica de un país soberano, más allá de las presiones sectoriales que pudiera haber. Brasil atraviesa un proceso interno complejo enmarcado en presiones externas del mercado financiero internacional. Al contrario, Argentina tiene control de capitales y eso mismo es lo que le permite, y le ha permitido, estar mucho más protegido y no sufrir los mismos avatares que la economía brasileña.

Argentina ha crecido por más de una década basando su economía en la inclusión social y en el mercado interno y no debe abandonar ese camino. Una devaluación significa la caída de los ingresos y una pérdida del poder adquisitivo y de la capacidad de compra. De aquí en más hay que encarar una agenda de desarrollo basada en la inversión, en la sustitución de importaciones y en la diversificación de la matriz exportadora.

AJUSTAR EL PESO NO SIRVE

Argentina ha crecido por más de una década basando su economía en la inclusión social y en el mercado interno y no debe abandonar ese camino. Una devaluación significa la caída de los ingresos y una pérdida del poder adquisitivo y de la capacidad de compra.

Fuente: INFOnews


Martes, 11 de agosto de 2015
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