Manías de primer mundo La paradoja de un Gobierno que se compara con países que no comulgan con el "modelo" Para el discurso oficial, la Argentina crece más que Canadá y Australia, tiene menor presión tributaria que Dinamarca, invierte más en educación que Finlandia, ofrece subas salariales más altas que países europeos y cuenta menos pobres que Alemania. Hasta el peso "le compite" al dólar Si una cualidad ha ejercitado Cristina Kirchner en los últimos años fue el ejercicio de la comparación.
En muchas de sus apariciones en cadena nacional, en discursos ante organismos internacionales y hasta mediante su cuenta de Twitter, la Presidenta suele buscar un reflejo para validar su gestión y para intentar demostrar cómo está dejando posicionada a la Argentina tras más de una década con el kirchnerismo en el poder.
Como si se tratara de un espejo convexo, que permite a la figura que se ubica en el centro ver el reflejo de todo lo que hay en los alrededores, la jefa de Estado suele contraponer hechos históricos, datos económicos, índices de educación y todo tipo de variables para demostrar el impacto del modelo K y su efecto transfomador sobre la sociedad y la economía. Lo paradójico es que la mayoría de las comparaciones que ha realizado Cristina Kirchner y sus funcionarios en este último tiempo, fueron trazadas tomando como parámetro a los países centrales, justamente, hacia los que usualmente dirige sus más duras críticas por estar alineados con los organismos financieros internacionales y por ser los que tratan de imponer políticas desfavorables hacia las naciones en vías de desarrollo, especialmente en el plano comercial. Desde Alemania, hasta España, pasando por los Estados Unidos, Australia y Canadá, todos estos países fueron puestos sobre la mesa de debate por la mandataria en su intento por validar el éxito de la gestión kirchnerista.
Llamativamente, con muchos de ellos mantuvo y todavía mantiene fuertes conflictos a nivel político, además de ser objeto de sus críticas por sus sistemas capitalistas e iniciativas pro mercado, que suelen ir a contramano del "modelo K".
La última referencia tuvo lugar días atrás, cuando la Presidenta –en el marco de una conferencia ante un organismo de las Naciones Unidas- aseguró que el índice de pobreza de la Argentina era inferior al 5%, lo que posicionaba al país en una mejor situación que la de naciones desarrolladas, como Dinamarca.
Tras la fuerte reacción de analistas y economistas sobre los dichos de la mandataria, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, salió a refrendar los números del Ejecutivo, asegurando que hasta “Alemania tiene más pobres que la Argentina”.
Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), coincidió en la paradoja de que el Ejecutivo busque su propia validación en países con los que está en las antípodas en materia ideológica.
Y como contrapartida, no haga otra cosa que "ensalzar" las bondades de los modelos económicos de naciones que sí están identificadas con el espíritu K, como Venezuela o Ecuador, pero nunca profundizando en sus estadísticas.
En sus recientes misiones, la Presidenta tampoco dedicó mayor atención a datos como el estándar de vida o los índices de educación de países como China o Rusia que son, actualmente, los principales aliados políticos y comerciales del Gobierno K.
En cambio, la mandataria "desmenuza" al máximo las cifras de las economías centrales, dejando en evidencia que en los primeros no hay mucha "tela para cortar".
Fuente:iprofesional
Viernes, 12 de junio de 2015
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