Sábado 26 de Abril de 2025 Resistencia - Chaco
 
 
 
 
Temas Fiscales - Económicos - Financieros
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Inversiones
Alejandro Díaz: “El problema va a ser la revaluación del peso por la llegada de inversiones desde los EE.UU.”
El CEO de la Cámara Argentina de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (Amcham) dialogó con iProfesional sobre la nueva etapa que se abre en la relación bilateral con la llegada de Macri al poder, el desembarco de más empresas y los sectore
El cambio de signo político, tras más de una década de kirchnerismo en el poder, implicó un giro sustancial en la política exterior de la Argentina.
Hasta 2015, de la mano de un cepo cambiario y de un complejo andamiaje que restringía las importaciones, el país era poco atractivo para las empresas e inversores globales.
Además, a lo largo de la etapa K, conforme hicieron eclosión las necesidades de caja y energéticas, la estrategia de las relaciones internacionales se apoyó en países desalineados con el eje de las potencias occidentales.
China, Rusia y Venezuela fueron, con altibajos, los socios predilectos, mientras que ante cada estrado y micrófono, los funcionarios de la última administración solían aprovechar para lanzar críticas en contra de los Estados Unidos o de países de la Unión Europea por su postura frente al conflicto de los holdouts.
La relación política entre la Argentina y la Casa Blanca prácticamente quedó congelada. Cuando el presidente Barack Obama visitió la región, por ejemplo, nunca se barajó la posibilidad de un encuentro con Cristina Kirchner.
Sin embargo, Mauricio Macri replanteó la estrategia de relacionamiento exterior. Y esto se hizo evidente durante el último Foro Económico Mundial de Davos.
Allí, se entrevistó con el vicepresidente de los EE.UU., Joseph Biden, con quien coincidió en que se estaba dando inicio a una “nueva etapa en la relación bilateral”.
Macri hizo especial hincapié en la necesidad de "crear una atmósfera de buen diálogo en toda la región”, al tiempo que afirmó haber percibido, por parte de Biden, “un reconocimiento de que Argentina es un país que tendrá un liderazgo futuro importante”.
Además, el Presidente no se fue con las manos vacías de la cumbre de Davos. Como parte de este cambio trascendental en el vínculo con los Estados Unidos, el Tesoro comunicó que pondrá fin a su política de oponerse a los préstamos multilaterales para la Argentina, tal como ocurría desde el año 2011.
Además, Macri se llevó el compromiso de inversión por parte de una marca estadounidense emblemática, como Coca-Cola. En concreto, el titular de la compañía, Muthar Kent, prometió desembolsos por u$s1.000 millones en el país de cara a los próximos cuatro años.
En este contexto marcado por los vientos de cambio en la relación diplomática y comercial, iProfesional dialogó con Alejandro Díaz, CEO de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la República Argentina (Amcham), quien brindó su visión sobre el futuro vínculo entre ambos países, ahora con el macrismo en el poder, la llegada de nuevas inversiones y los desafíos a la hora de hacer negocios que planteó el kirchnerismo.
Cargill, Arcos Dorados, Mondelez, Pepsico, Nike, American Airlines, Kellog´s, Assit Card, Delta, Bridgestone, Google y Chrysler, son algunas de las 600 compañías que forman parte de la Amcham.
Las mismas dan empleo directo a unas 360.000 personas y son responsables de generar el equivalente a casi 19% del PBI argentino, además de motorizar el 24% de las importaciones cerca del 30% de las exportaciones albicelestes.
-¿Se está en presencia de un verdadero giro en las relaciones bilaterales entre la Argentina y los Estados Unidos?
-Absolutamente. Durante doce años, en lugar de tener una estrategia diplomática de largo plazo, la Argentina se enfocó en detalles mínimos. Señales como si Obama recibía a Cristina en la Casa Blanca sola o acompañada de otros mandatarios, si tenía 18 minutos o 12 en una entrevista personal, si la ex presidenta estaba parada o sentada a la derecha o la izquierda de Obama eran las preocupaciones ante cualquier posible encuentro. Y la realidad es que el mundo diplomático no se maneja así. Se maneja teniendo una agenda en común, que no necesariamente debe ser unificada.
Igual partamos de la base de que la Argentina no tenía ni siquiera buenas relaciones con Uruguay. Si no éramos capaces de tener un vínculo armonioso con un país vecino, no era extraño que hubiese desencuentros con Estados Unidos. Ahora, lo que vemos es que están las condiciones para avanzar con una agenda de desarrollo en común. De la mano de la canciller Susana Malcorra, creemos que va a haber una política de largo plazo en términos de cómo recuperar el rol protagónico de la Argentina en su inserción en el mundo.
-¿Se va a dar el ansiado encuentro entre Macri y Obama?
-Considero que se va a concretar la visita de Obama a la Argentina y que incluso habrá una reunión de ambos en el Salón Oval. Pero esto, no como una consecuencia de que Macri sea más agradable que Cristina Kirchner, sino como resultado de que se va a comenzar a trabajar, por primera vez en muchos años, en una agenda bilateral.
-¿Se puede prever un boom de inversiones de empresas estadounidenses en la Argentina tras el cambio de Gobierno?
-Boom es una palabra más para un titular que para graficar lo que podría ocurrir próximamente. Lo que vemos es que hay muchísimo interés por parte de empresas de los EE.UU. por avanzar en proyectos de infraestructura, telecomunicaciones, energía, salud, innovación y agronegocios. Estos serán los sectores que marcarán el ritmo, siempre y cuando se vayan dando las condiciones para invertir y baje la tasa de riesgo. Con esas variables normalizadas entonces -sin querer pecar de optimista-, creo que el problema va a ser una revaluación del peso, por los dólares que van a ingresar vía inversiones.
-¿En este 2016 se verán más proyectos como el que anunció Coca-Cola o será un año de transición?
-Va a haber un primer semestre muy complejo. El mundo empresarial va a estar atento e irá monitoreando cómo fluyen las decisiones. La luna de miel del Gobierno en un momento se va a terminar. Después vendrá el mundo real y habrá que lidiar con los problemas. Durante ese lapso habrá una estrategia tipo wait and see, hasta que se recreen las condiciones.
-¿Un dólar a $14 está teniendo un impacto positivo en las empresas estadounidenses con negocios en la Argentina?
-En un país globalizado, pensar que la competitividad pasa por el tipo de cambio es un error, especialmente si tenés una inflación del 30%. Ahí se pierden los parámetros. Para que vengan más inversiones, entonces no podemos seguir teniendo ese impacto en los costos. También tenemos que discutir la productividad porque, pese a la última devaluación, hay sectores que siguen sin ser competitivos. Hay que hacer un trabajo mucho más profundo. La Argentina viene de muchos años en los que desperdició oportunidades de exportación. Y nadie realiza hoy un desembolso únicamente pensando en el mercado interno. La idea es instalarse aquí para salir al mundo. Eso requiere condiciones a largo plazo, mejoras estructurales. Y el costo salarial no es la única variable, a pesar de que hoy incide fuertemente.
Hay mucho por hacer, porque la Argentina hoy tiene que recibir más de u$s15.000 millones por año, durante una década, para recomponer todo lo que es infraestructura, transporte, puertos y matriz energética. Lo bueno es que el actual Gobierno tiene puesta la mirada hacia adelante y buscará trabajar en esos cambios.
-¿Cómo están posicionadas las inversiones de origen estadounidense en la Argentina?
-Históricamente, la inversión estadounidense, en términos de stock, era la más importante en el país. Ese predominio se perdió en el año 1998, producto de las inversiones españolas que llegaron con las privatizaciones, un proceso en el que no participaron empresas de EE.UU. En 2014 volvimos a recuperar ese privilegio de liderazgo. Hoy podemos afirmar que las tres principales cualidades de las firmas instaladas en la Argentina son: larga permanencia –algunas compañías llevan más de 100 años aquí-, visión de largo plazo y management local. Ya no existe ese modelo de los años ´70, cuando las empresas norteamericanas eran lideradas sólo por estadounidenses. Hoy son contadas las operaciones cuyos CEOs vienen de afuera. En general, ahora los principales directivos son argentinos.

La difícil tarea de operar durante el kirchnerismo

Díaz destacó a iProfesional que, durante los últimos años, la Amcham ganó un marcado protagonismo dado que debieron convertirse en los interlocutores de las empresas ante los funcionarios del anterior gobierno, para así dar solución a todos los problemas que se iban presentando en el día a día.
-¿Cuáles fueron los principales escollos con los que se toparon durante la administración kirchnerista?
-Nos encontramos con dificultades operativas que generaron fuertes incrementos en los costos y la necesidad de localizar recursos en áreas cuya función era más la de administrar la relación con el Estado que preocuparse por ganar mercado. Para ser más concretos, nuestras empresas estuvieron muy distraídas durante varios años en tratar de adaptarse a los continuos requerimientos que exigía el Gobierno. Fueron años más de permanencia que de expansión y en los que la Cámara asumió un rol proactivo, dado que las empresas confiaron en nosotros para ser un nexo con los funcionarios.
-¿Cómo afectaron las diferentes políticas que aplicó el kirchnerismo a la imagen de la Argentina en el mundo?
-Hacia afuera, la Argentina estuvo afuera de todo durante más de diez años. Si el mundo es el ALBA, entonces no estuvimos afuera. Pero si miramos el planisferio y apuntamos al mundo occidental, entonces sí estuvimos al margen de todo, de lo financiero, del comercio, de las relaciones diplomáticas. El anterior gobierno puso demasiado énfasis en su política local, que contaminó su relación con el mundo.
Hubo muchas decisiones que, a mi juicio fueron de mala praxis, en función del relato. Hubo manejos en la política exterior que eran absolutamente inentendibles y estaban fuera de todos los protocolos posibles. El mundo se alejó de esas pautas y perdió interés político en la Argentina, se entró en un período de mayor dificultad y en el que el nivel de inversiones no fue el que nuestro país necesitaba para sostener el crecimiento.
-Pese a todo, no hubo una fuga de empresas de capitales estadounidenses…
-Casi no hubo compañías que se hayan ido. Algunos modelos cambiaron. Hubo firmas que tenían radicada una oficina en la Argentina y dejaron de tenerla, pero fueron casos muy puntuales. Y esto está vinculado con la visión de largo plazo y con que nadie regala market share. La Argentina no era Disney, es cierto, un gobierno puede estar 4, 8 o 12 años en el poder y después se da una sana alternancia política. Entonces, para las empresas, que piensan el país de cara a los próximos 40 o 50 años, un cambio coyuntural de las condiciones para operar no puede significar el fin de un proyecto de negocios.

Fuente: Iprofesional
Miércoles 3 de febrero de 2016. Resistencia, Chaco


Miércoles, 3 de febrero de 2016
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