Economía Cómo noquear al "riesgo-país" y escapar del "efecto Titanic" 
¿Dónde está el dinero en la Argentina? Hay un solo lugar del sector público con importantes arcas que puedan ayudar a colaborar en impedir el hundimiento del buque: el FGS de la ANSES.
Mientras el público, los políticos y hasta el propio Presidente están pendientes día a día de la cotización del dólar y la preocupación abrumadora de los mercados es a qué tipo de cambio se desarrollarán las elecciones, el real y crucial partido se juega en otra cancha: en la del riesgo-país. No hay que engañarse: no será posible estabilizar de manera definitiva el valor del peso mientras los bonos argentinos rindan en promedio alrededor del 12% anual en dólares. Es imposible. Y es imposible porque todo el mundo hace las cuentas día a día de cuántos meses faltan para que se acaben los dólares de las reservas en la cancelación de deuda y a partir de esa cuenta se renueva el fenómeno histérico en los mercados, retroalimentando lo que podríamos bautizar como “efecto Titanic”: todos saben que el barco se hunde; las dos grandes preguntas son en cuánto tiempo y qué hacer mientras tanto.
Por lo tanto, mientras el Gobierno sigue negando la posibilidad de un plan de shock que se necesita como el agua para pulverizar a la vez la inflación y las tasas de interés, lo que reduciría de un solo golpe el déficit estatal a la tercera parte merced al brusco descenso del déficit cuasifiscal del BCRA, lo que hay que pensar es si este “Titanic” en el que estamos todos no tiene algún arreglo posible. Se trata de idear algún mecanismo que pueda ayudar a bajar de manera fuerte el riesgo-país, de modo tal que las tasas de interés en dólares que abona la Argentina desciendan de manera rotunda. Si se pudiera idear un esquema de esas características quizás el mercado, en su voluntad de ganar dinero, podría ayudar montándose al efecto beneficioso. Y si la realidad pudiera convencer a este Gobierno o al que surja de las elecciones de que es necesario aplicar imperiosamente un plan de shock, entonces tendríamos una seria chance de reflotar este “Titanic” que coquetea peligrosamente con el iceberg que representa cualquier potencial “default”. Se trata de juntar capital para generar un fondo que invierta de manera potente en títulos públicos argentinos, haga bajar el riesgo-país y genere la posibilidad -al menos acerque esa posibilidad- de que la Argentina pueda empezar a hacer un roll-over de su deuda en los mercados, sin volver a cometer el error, claro está, de endeudarse graciosamente como lo hizo en el bienio 2016-2017, situación que por otra parte parece hoy tan lejana como el planeta Plutón.
A fin de saber por dónde empezar es necesario seguir la vieja máxima anglosajona que tantos buenos resultados ha brindado a los Estados Unidos: “Follow the Money”. ¿Dónde está el dinero en Argentina? Hay un solo lugar del sector público con importantes arcas que puedan ayudar a colaborar en impedir el hundimiento del buque: el FGS de la ANSES. Este Fondo de Sustentabilidad poseía activos por valor de alrededor de u$s46.500 millones en activos argentinos en su último balance publicado de septiembre pasado. Bastante más de la mitad de esos activos estaban en títulos públicos, y seguramente eso sigue ahora así. Ahora bien, hay una parte importante en otros activos cuya existencia genera el espejismo de que hay una distribución más o menos equitativa de cartera entre diversos activos, cuando en realidad no es así porque todos los activos financieros argentinos sufren y seguirán sufriendo hasta que la situación cambie de manera radical, los embates de los vientos huracanados del riesgo-país.
¿Por dónde comenzar entonces? Por una idea aportada por Juan Nápoli, presidente del Banco de Valores. Es la siguiente: el Fondo de Sustentabilidad tiene alrededor de u$s 7.000 millones invertidos en acciones de las cuales no puede salir porque derrumbaría los valores de mercado. Hay sin embargo una manera de transformar ese capital en dinero contante y sonante sin que pierda valor y canalizarlo a títulos públicos. Y es que los bonos son el activo donde realmente se “juega el partido” principal y más gravitante de Argentina: o sea, si hay o no hay “default”. Siguiendo la idea de Nápoli, se podría ofertar la mitad del stock de acciones del FGS a los grupos de control de las respectivas empresas en bloque a un precio, claro está, superior al que hoy vale en los mercados. Los grupos de control deberían estar muy interesados en realizar esa transacción porque incrementan su participación accionaria en sus negocios y porque eliminan sillas ocupadas por funcionarios públicos en sus directorios, factor que les ocasiona múltiples trastornos. El otro 50% se podría ofertar al mercado. Si el mercado termina ofertando la compra de esas acciones a un valor por encima de lo que pagan los grupos de control, entonces se corrige el precio de las acciones a las controlantes de manera tal que el mismo iguale el valor pagado por el mercado. De esta manera se podrían conseguir unos u$s8.000 millones para invertir en títulos públicos conseguidos de una manera cristalina y genuina. Pero la posibilidad de construir un fondo para invertir en títulos públicos no concluye allí. Y ya tenemos un comienzo importante. Ocurre que el FGS tiene además activos por valor de u$s6.000 millones en títulos públicos denominados en pesos, de los cuales hay por valor de u$s5000 millones en el bono Cuasipar, que ajusta por CER. Estos bonos bien pueden ser vendidos en el mercado aplicando algún cronograma mensual o incluso pueden ser rescatados por el propio BCRA dado que representan solo alrededor del 10% de los pasivos monetarios totales del mismo, el cual en un primer momento de este Plan Doble Cero (en rigor, Triple Cero, si se tiene en cuenta el 0% de crecimiento) había aclarado que abastecería la demanda estacional de fondos de julio y diciembre con emisión de base monetaria. Incluso se podría neutralizar el efecto expansivo, que no es demasiado, aumentando en un cronograma los encajes no remunerados, factor que dejaría inalterada en tal caso la rentabilidad bancaria porque se incrementa a la vez la oferta y la demanda de base monetaria. Con esto ya tendríamos u$s14.000 millones para invertir en bonos argentinos. Si además se suman los cerca de u$s2.000 millones que la ANSES tiene en plazos fijos en pesos y disponibilidades varias, el total del fondo inversor en bonos podría sumar los u$s16.000 millones. Habría que estudiar además si no pueden venderse o incluso securitizarse los proyectos de inversión en los que la ANSES tiene invertidos unos u$s3.500 millones, y venderse en el mercado incluso los préstamos a provincias que suman otros pesos por valor de u$s2.000 millones, los que en el actual contexto de equilibrio fiscal provincial deberían ser de buen margen de recupero.
¿Qué tenemos entonces? Que quizás se podría evitar el “efecto Titanic” y eludir el iceberg del “default”. En total se podrían lograr algo más de u$s22.000 millones, los cuales, junto a los desembolsos que faltan del FMI y el sobrante de financiamiento en dólares de este 2019 -que se ha decidido a malgastar equivocadamente en el mercado de a u$s60 millones diarios en un intento exiguo por controlar el precio del dólar, en cuya cancha no se juega el real partido- nos indicaría que el financiamiento estaría disponible para pagar los vencimientos de todo 2020 y buena parte de 2021. Si el FMI refinancia -lo que es muy probable- sus acreencias, quizás estarían los fondos para todo 2021 y todo 2022. Si el mercado tuviera estas ideas como noticias, ¿cuán lejos estaríamos entonces de poder hacer un roll-over de la deuda? Probablemente muy cerca. Los bonos argentinos realizarían una impactante alza. Y se revalorizarían los propios activos de la ANSES, hoy devaluados. ¿Qué el impacto del alza podría ser aún muy superior si se ensaya un plan de estabilización de shock bien diseñado? Claro que sí. Pero ese ya sería otro tema. No cualquiera puede elaborarlo... roguemos, dicho sea de paso, que Domingo Cavallo esté muy ocupado viajando como loco y con abundante trabajo de consultor fuera del país... Mientras tanto no queda más remedio que seguir bailando en la cubierta del “Titanic”.
Walter Graziano y Asociados
Fuente: Ambito
Jueves, 9 de mayo de 2019
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