Domingo 20 de Abril de 2025 Resistencia - Chaco
 
 
 
 
Temas Fiscales - Económicos - Financieros
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Economía
Banco Central: cada suba de la tasa implica más emisión de pesos
No hay duda que el ente monetario está en un brete, por herencia y por méritos propios. Pero lo cierto es que día a día el taxímetro de los pasivos monetarios remunerados aumenta su peso específico. Hoy ya sería una lluvia de dinero de casi $2 billones a lo largo del año
El BCRA había arrancado la pandemia en 2020 con una tasa de referencia del 40% anual. Vale recordar que la heredó en el 63% de la gestión de Sandleris. De ahí en más Miguel Pesce la fue bajando, como era la idea original de la campaña electoral, hasta el 40% mencionado. Recién el 17 de noviembre de 2020 el BCRA subió la tasa de referencia 200 puntos al 38%, luego de haberse apresurado en bajarla en dos oportunidades a mediados de octubre (desde el 38% hasta el 36%) lo que repercutió en una minicorrida cambiaria. O sea, que transitó toda la pandemia en el 38% anual. Mientras los índices de precios alertaban.

Así permaneció hasta el 6 de enero pasado cuando finalmente decidió elevarla al 40% y luego al 42,5% el 17 de febrero, pari passu con la negociación con el FMI. Los guarismos parecen irrelevantes dado el tenor de la aceleración inflacionaria que se viene consolidando desde hace largo tiempo. Sin embargo, la suba de la tasa de referencia del BCRA, amén de su impacto sobre el nivel de actividad y demás toma de decisiones económicas y financieras de las familias y empresas, tiene otra arista un tanto inquietante. Es que cada vez que se mueve la tasa de referencia, como así también las que están vinculadas directa e indirectamente a ella, se sacude, para bien o para mal, la estantería del BCRA. Porque el ente monetario ha acumulado una “deuda” con el sistema financiero de más de $4,6 billones, entre Leliq y Pases. Hoy hay, pesos más pesos menos, poco más de $1 billón en Pases y casi $3,6 billones en Leliq. Y “como viene la mano” a nadie sorprende que siga escalando, más aún. Este verdadero “Godzilla” monetario es a lo que se refieren los economistas cuando hablan del déficit cuasifiscal. Para los memoriosos, se puede asemejar, salvando las distancias, por sus efectos al “festival de bonos” de los 80 o a la “cuenta regulación monetaria” de los 70. Porque estos pasivos del BCRA pasaron a ser una de las principales fuentes de emisión monetaria. El año pasado la cuenta de intereses representó una variación en la base monetaria de $1,346 billones. Casi la misma cantidad que le giró el BCRA al Tesoro ($1,7 billones) por Adelantos y Utilidades para asistirlo. Para este año se proyecta, por el momento, un costo en intereses ya de casi $2 billones. Y esta deuda, al igual que la del FMI, hay que pagarla. Se puede licuar un poco, como se viene haciendo, pero a la larga habrá que darle “alguna” solución sostenible. Porque detrás de esta deuda del BCRA están los depósitos de familias y empresas. De modo que cada vez que se reclame pagar más tasa a los depositantes y por ende a los tenedores de Leliq y Pases, hay que tener en claro que el BCRA debe emitir más para pagar esos mayores intereses. Lo cual redunda en el perro que se corre la cola. El BCRA emite, coloca más deuda para absorber esa emisión, y así sucesivamente. Hasta que alguien “le ponga el cascabel al gato”.

Para dimensionar la escalada del pago de intereses, vale señalar que en el primer bimestre del 2019 se pagaron $76.838 millones, en el del 2020 $91.187 millones, en el del año pasado fueron $159.008 millones y en lo que va del 2022 ya supera los $210.717 millones. Es sin duda “una escalera al cielo”. Más allá de los malabares que intente el FMI en el acuerdo para ir domando este monstruo, no hay que perder de vista que la deuda remunerada del BCRA es hoy equivalente a un 121% de la base monetaria. Y los intereses representan otro tanto de la base. Mucho dinero en danza en una economía a la que precisamente le sobran pesos.

Muchos analistas subestiman o mejor dicho menosprecian la existencia de semejante deuda remunerada. Algunos, simplificando la relevancia en el hecho de la siempre potencial licuación. Otros, apuestan al reinicio del ciclo virtuoso. Ahora bien, qué clase de optimista puede pensar en que habrá un resurgir abrupto de la demanda de crédito privado, e incluso de ser así, los bancos la acompañarán de forma tal que las Leliq y Pases (amén de la migración interna en el BCRA y la externa hacia el Tesoro) se transformen en nuevos créditos y préstamos para el sector privado. Veremos qué se firma con el FMI.

Fuente: Ámbito


Jueves, 24 de febrero de 2022
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