Vaticano Francisco: El desafío de ordenar las cuentas irregulares en el "Banco de Dios" Francisco formó una comisión investigadora para reformar el Banco Vaticano. Busca frenar históricos escándalos económico-financieros.
Una de las cuentas pendientes dentro de los márgenes de la Iglesia Católica es la investigación de las maniobras realizadas por el Instituto para las Obras de la Religión (IOR), más conocido como Banco Vaticano. Durante su año de pontificado, el Papa Francisco asumió el desafío y, en reiteradas ocasiones, se ocupó del tema.
A tres meses de iniciar su papado, el argentino tomó una de las decisiones más esperada por muchos: el nombramiento de una comisión investigadora para reformar el IOR, envuelto desde hace años en numerosos escándalos financieros. Fue el 24 de junio del año pasado, cuando Francisco anunció la creación de una delegación que tendría carta blanca para investigar todo lo que ocurriese en la sede del llamado "Banco de Dios".
Según dijo el propio Papa, el objetivo de la comisión sería conocer mejor "la posición jurídica y las actividades del Instituto" y "llegar a una mejor armonización del IOR respecto a la misión de la Iglesia católica". En concreto, aportar transparencia y claridad a las descontroladas cuentas de la entidad financiera.
La comisión es presidida por el cardenal italiano Raffaele Farina y compuesta por el español Juan Ignacio Arrieta Ochoa de Chinchetru, que oficia como coordinador; el cardenal francés Jean-Loise Pierre Tauran; la jurista estadounidense Mary Ann Glendon y el asesor de la Secretaría de Estado vaticana, Peter Bryan Wells. Poco después, el 2 de julio del año pasado, el efecto Francisco se hizo sentir y produjo la renuncia del director general del IOR, Paolo Cipriani, y su vicedirector, Massimo Tulli. Ambos abandonaron sus cargos apenas tres días después de la detención del prelado Nunzio Scarano –contador en la principal oficina financiera del Vaticano– y dos presuntos cómplices, acusados de fraude y corrupción.
En el momento de su captura, la justicia sostuvo que Scarano –apodado "Monseñor 500", por los billetes bancarios que prefería– tramó un complejo plan para transportar 20 millones de euros en un avión privado de Suiza a Italia sin pagar aranceles aduaneros. Poco después se descubrió que, además, el prelado transfirió millones de euros en donaciones ficticias de empresas extranjeras a través de sus cuentas en el IOR. Según dijo Scarano, el dinero iba a ser utilizado para construir hogares para chicos en situación de calle. Pero finalmente fue usado para pagar una hipoteca.
El hombre debió renunciar a su puesto y las autoridades del Vaticano congelaron sus cuentas bancarias. Tras el escándalo, el cargo de director del IOR quedó en manos del secretario y hombre de confianza del Papa Francisco, el maltés Alfred Xuereb, quien fue designado para vigilar las actividades económicas y financieras de la Santa Sede.
El de Scarano, sin embargo, no fue el primer escándalo en el IOR. Fundado por Pío XII en 1942 y con personalidad jurídica propia, a principios de los años '80 la entidad se vio salpicada por el caso de la quiebra del Banco Ambrosiano, propiedad de Roberto Calvi, encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982. Aunque la Iglesia siempre rechazó cualquier responsabilidad, sí admitió su "implicación moral" y pagó 241 millones de dólares de la época a los acreedores de la entidad.
En enero de 2013 fue bloqueado el uso de tarjetas de crédito internacionales en el Vaticano, cuando se descubrió que, en sólo un año, por una cuenta abierta por el IOR en un banco alemán circularon 40 millones de euros. Algunos cardenales pidieron el cierre del Banco Vaticano, pero la Santa Sede continúa haciendo énfasis en la "misión de servicio" que presta a la Iglesia.
Jueves, 13 de marzo de 2014
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