Viernes 10 de Enero de 2025 Resistencia - Chaco
 
 
 
 
 
 
Informe especial
La economía argentina aún posee una estructura productiva desequilibrada
La competitividad de una economía se analiza a partir del estudio de diferentes variables, una de las cuales es el tipo de cambio real –que tiene en cuenta al tipo de cambio nominal y la evolución del diferencial de precios nacionales e internacional


Asimismo, cuando se habla de competitividad en la economía, generalmente se hace referencia al tipo de cambio real multilateral (TCRM) –el cual realiza un cálculo de evolución de precios y tipo de cambio ponderando a los socios comerciales según su participación en el comercio exterior del país en cuestión–. Sin embargo, este cálculo de competitividad es errado para sectores específicos, que poseen diferentes estructuras de comercio con el exterior, por ejemplo, a quien exporta toda su producción a Brasil sólo le resultará relevante considerar el tipo de cambio real entre el peso y el Real. Es incorrecto sacar conclusiones apresuradas sobre la competitividad de la economía a partir de su TCRM. Si se pretende avanzar en un desarrollo planificado de largo plazo, debe ponerse especial énfasis en avances estructurales en materia de productividad.

La economía argentina posee una estructura productiva desequilibrada que la conduce a estrangulamiento externo a lo largo de los ciclos de crecimiento, dado por la escasez de divisas que se genera. Una devaluación del tipo de cambio suele tener un efecto expansivo sobre las exportaciones y un efecto disuasorio sobre las importaciones, las cuales se tornan más caras, de manera de conducir a una mejora del saldo externo. Sin embargo, también tiene impactos no deseados sobre la distribución del ingreso, con impacto negativo sobre aquellos sectores de ingresos fijos, así como también un traslado a precios internos que si no resulta controlado, pone en riesgo la pretendida ganancia de competitividad.

La clave del éxito para la economía argentina de aquí en adelante está en administrar el tipo de cambio, manteniéndolo en equilibrio con el resto de las variables macroeconómicas, atendiendo la competitividad, pero sin abandonar la sostenida mejora en términos distributivos de estos últimos años, para lo cual es necesario que la variable de ajuste no sean los salarios –como lo fue generalmente a lo largo de nuestra historia–, sino poner sobre la mesa la discusión a la tasa de ganancia y debatir el comportamiento de los empresarios que actúan con poder de mercado en sectores concentrados. Regulando la formación de precios a lo largo de las cadenas de valor y recuperando los niveles de inversión pública y privada se logrará sostener el crecimiento y avanzar así en el tan ansiado desarrollo económico de largo plazo que mejorará la calidad de vida de todos.


Lunes, 24 de marzo de 2014
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