Viernes 10 de Enero de 2025 Resistencia - Chaco
 
 
 
 
 
 
Informe especial
El rostro de Bitcoin
El misterioso inventor de la moneda virtual cubrió cuidadosamente su rastro; pero las pistas condujeron hasta una modesta vivienda en California.

Satoshi Nakamoto se detiene al final de la entrada para autos; aunque de apariencia tímida, no disimula su ira.

Viste una arrugada camiseta, viejos vaqueros y calcetines blancos, pero no lleva zapatos; parece que hubiera salido precipitadamente de la casa. Tiene el pelo enmarañado y la expresión vacía de quien ha pasado semanas sin dormir.

Más que desafiante, su actitud sugiere la fatiga de quien ha luchado mucho tiempo y, por fin, ha llegado a aceptar su derrota.

Lo acompañan dos policías de Temple City, California. "¿Qué quiere preguntarle?", me interpela uno. "Dice que si habla con usted, se meterá en problemas".

"Dudo que se encuentre en dificultades", respondo. "Solo quiero hacerle unas preguntas sobre Bitcoin. Ese hombre es Satoshi Nakamoto".

"¿Qué?", exclama el agente. "¿El creador de Bitcoin? Pero parece llevar un estilo de vida muy humilde".

Era absurdo que el supuesto inventor de Bitcoin –la moneda digital más exitosa del mundo, con transacciones diarias de casi
500 millones de dólares en su momento más álgido- se hubiera retirado a las colinas de San Bernardino, dejando intacta una fortuna calculada en 400 millones de Bitcoins.

Sin embargo, igualmente inverosímil era que su primera respuesta a mi visita fuera llamar a la policía. Cara a cara, en presencia de los agentes, la reacción de Nakamoto a mis preguntas sobre Bitcoin fue reservada, aunque reveladora.

Luego de reconocer, tácitamente, su participación en el proyecto Bitcoin, fijó la mirada en el pavimento, negándose a contestar.

"Ya no soy parte de eso y no puedo hablar del asunto", informa, moviendo la mano izquierda. "Ahora está en manos de otras personas. Ya no tengo relación alguna".

Nakamoto se negó a decir más y la policía dejó claro que la entrevista había terminado. No obstante, dos meses de investigación y entrevistas con los allegados de Nakamoto y los desarrolladores con quienes trabajaba más frecuentemente, revelan que, en buena medida, los mitos en torno de la criptomoneda son solo eso, mitos, y que la realidad es mucho más extraña que la ficción.

En vez de conducir hasta un joven prodigio que operaba en Tokio bajo el seudónimo de "Satoshi Nakamoto", el rastro me llevó a la puerta de un japonés-estadounidense del mismo nombre: un coleccionista de trenes a escala, de 64 años, cuya misteriosa carrera consistió en trabajos clasificados para importantes corporaciones y las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Ante mí, con la mirada gacha, se encontraba el padre de Bitcoin. Y ni siquiera su familia lo sabía.

Por supuesto, hay muchos Satoshi Nakamoto, incluidos un diseñador de Ralph Lauren en Nueva York, otro fallecido en Honolulu en 2008 (según el Archivo Maestro de Defunciones del Índice de Seguridad Social) y uno más registrado en LinkedIn de Japón, quien afirma haber iniciado Bitcoin. Pese a ello, ninguno reúne todos los detalles conocidos y son pocos sus vínculos fidedignos con la moneda.

El único Satoshi Nakamoto cuyo perfil e historial correspondían surgió durante la revisión exhaustiva de la base de datos de ciudadanos estadounidenses naturalizados; pero hasta que obtuve su expediente de los Archivos Nacionales y realicé muchas más entrevistas, no comencé a tener una imagen cohesiva.

Dos semanas antes de nuestro encuentro en Temple City, y mediante una dirección electrónica obtenida de una compañía de ferrocarriles a escala, establecí contacto con Satoshi Nakamoto bajo el pretexto de los trenes a vapor.

Durante nuestro intercambio lo interrogué acerca de su carrera profesional (sobre la que hay muy poca información en los registros públicos) y sus respuestas fueron muy esquivas. A su vez, él solicitó mi información personal y entonces sugerí comunicarnos por teléfono; sin embargo, a fines de febrero, cuando le pregunté por Bitcoin, interrumpió todo contacto.

Como no obtenía respuesta a mis correos y llamadas, pedí a su hijo, Eric Nakamoto (de 31 años) que le preguntara si estaría dispuesto a hablar de Bitcoin. La respuesta fue una tajante negativa, y lo mismo ocurrió cuando contacté a otros miembros de la familia.

Después de eso, Nakamoto ignoró toda petición de entrevistarnos por teléfono y no devolvió mis llamadas. El día en que llegué a su modesta vivienda unifamiliar en el sur de California, hallé su Toyota Corolla CE color plata estacionado en la entrada, pero no abrió la puerta.

En determinado momento se asomó por el mosquitero entreabierto; hubo un breve contacto visual y luego cerró. Fue la única vez que pude verlo sin policías.

"¿Qué quiere saber de mi increíble hermano, el físico?", pregunta Arthur Nakamoto, hermano menor de Satoshi y director de calidad para Wavestream Corp. en San Dimas, California. "Es un hombre brillante; astuto, inteligente, estupendo en matemáticas, ingeniería y computación. Es diestro en cualquier cosa".

No obstante, hizo una advertencia.

"Y también es un imbécil. Lo que nadie sabe es que ha trabajado con materiales clasificados, de allí que, durante algún tiempo, su vida fuera un completo enigma. Nunca podrá persuadirlo y él negará todo. Jamás confesará haber iniciado Bitcoin".

Y dicho eso, cortó la llamada.

Su aparente mentís sugería que estaba siguiendo la pista correcta, pero no era suficiente. Aunque el hermano sugirió que Nakamoto era capaz de iniciar Bitcoin, me quedaban dudas de su afirmación, pues comentó que no se llevaban bien y que rara vez se comunicaban.

Fue evidente que tenía que hablar personalmente con Satoshi Nakamoto.

Bitcoin es una moneda que existe como un código de computadora que puede enviarse a cualquier parte sin incurrir en cuotas bancarias o cambiarias, y después se almacena en un teléfono celular o disco duro.

"El entusiasmo de los aficionados se debe a que Bitcoin es el medio más eficaz para realizar transacciones financieras", explica el australiano Gavin Andresen (de 47 años), director científico de Bitcoin, quien reconoce que la facilidad de uso de la moneda también facilita el robo, de allí que esté mejor protegida en una caja de seguridad o en un disco duro sin conexión a Internet.

Aun así, Bitcoin es vulnerable a robos masivos, fraudes y escándalos, todo lo cual ha ocasionado que su valor unitario cayera de más de
US$ 1.200 dólares el año pasado a solo US$ 130 a fines de febrero.

La moneda ha llamado la atención del Senado estadounidense, el Departamento de Seguridad Nacional, la Reserva Federal, el servicio fiscal (IRS), la Red de Prevención de Crímenes Financieros del Departamento del Tesoro, la Comisión del Mercado de Valores y el Buró Federal de Investigación (FBI), organismo que, en octubre pasado, clausuró el mercado negro en línea llamado Camino de la Seda y confiscó un alijo de 3,5 millones de Bitcoins.

"En este momento, el FBI es uno de los mayores poseedores de Bitcoins en el mundo", revela Andresen.

En las últimas semanas, una versión mejorada del Camino de la Seda y uno de los mercados más grandes de Bitcoins (la tokiota Mt. Gox) frenaron actividades y se declararon en bancarrota cuando hackers robaron varios millones de dólares de cada operación.

"El entusiasmo de los aficionados se debe a que Bitcoin es el medio más eficaz para realizar transacciones financieras"
Refugiado en Silicon Valley en Amherst, Massachusetts, Andresen afirma que colaboró estrechamente con "Satoshi Nakamoto" en el desarrollo de la moneda durante el período entre junio de 2010 y abril de 2011, antes de que la hoy multimillonaria economía del Bitcoin fuera impelida por el cauteloso respaldo de Ben Bernanke (jefe de la Reserva Federal), quien el año pasado señaló que las monedas virtuales "prometen mucho a largo plazo".

A partir de entonces, surgieron ATMs Bitcoin en todo el territorio de EE. UU., y la moneda se ha vuelto cada vez más aceptada en negocios tan diversos como Overstock.com y Virgin Galactic.

"Trabajar en el código central de Bitcoin es, de hecho, muy inquietante, porque cualquier error puede descomponer este enorme proyecto de 8.000 millones de dólares", comenta Andresen. "Y ya nos ha pasado".

Andresen, quien intercambió correspondencia con el fundador de Bitcoin durante casi un año –a menudo trabajando hasta
40 horas semanales en el código–, asegura que Nakamoto siempre ha sido muy esquivo.

De hecho, ni siquiera conocía su voz, porque el creador de la moneda nunca se comunicaba por teléfono y sus interacciones siempre consistieron en "correos electrónicos o mensajes privados a través de Bitcointalk, el foro en línea".

"Era el tipo de persona que, si cometías un error, te decía ‘idiota’ y nunca volvía a hablar con vos", revela Andresen. "En aquellos días había dudas sobre la legalidad de crear Bitcoin, así que llegó a extremos para proteger su anonimato".

Nakamoto también ignoró las preguntas de Andresen acerca de su origen, historia profesional, proyectos realizados y hasta la autenticidad de su nombre. "Solo hablábamos del código", asegura.

Con un título en Ciencias de la Computación de Princeton, Andresen se convirtió en el contacto entre Nakamoto y un equipo de programadores voluntarios que trabajaron para perfeccionar el código de Bitcoin tras su inoportuno lanzamiento, en enero de 2009.

El australiano se enteró de la existencia de la moneda al año siguiente, a través de un blog, y se contactó con Nakamoto utilizando una de sus direcciones electrónicas imposibles de localizar. El mensaje inicial decía: "Bitcoin es una idea genial y quisiera ayudarle. ¿Qué necesita?".

En 2008, justo antes del lanzamiento oficial de Bitcoin, apareció en Internet una propuesta con el nombre y la dirección de correo de Satoshi Nakamoto. El documento hablaba de "dinero electrónico" que "permitiría efectuar pagos online entre las partes interesadas, sin la intervención de instituciones financieras".

La genialidad consistía en sustituir los bancos por usuarios de Bitcoin, quienes serían los guardianes de la integridad del sistema y verificarían las transacciones utilizando su capacidad de cómputo a cambio de moneda electrónica.

La producción de Bitcoins fue ideada para mantener un ritmo cuidadosamente calibrado que incrementa el valor, controla la emisión y protege la moneda de la inflación, reduciendo a la mitad su disponibilidad cada cuatro años e interrumpiendo la proliferación en 2140, cuando habrá un total de 21 millones de Bitcoins (la moneda puede dividirse en ocho fracciones y las unidades más pequeñas se denominan "satoshis").

"Tuve la impresión de que Satoshi actuaba por una motivación política", prosigue Andresen, quien recibe un sueldo –en Bitcoins– de la Bitcoin Foundation, organización no lucrativa que trabaja para estandarizar la criptomoneda. "No le gusta el sistema que tenemos en la actualidad y quiere algo más igualitario. Tampoco le gusta que los bancos y banqueros se enriquezcan solo porque tienen el control".

"Hice una pequeña inversión en Bitcoins y si quiero, ahora tengo lo suficiente para jubilarme", agrega. "En general, he ganado 800 dólares por cada centavo invertido. ¡Es una locura!".

A principios de 2011, las comunicaciones con Nakamoto se hicieron menos frecuentes; dejó de publicar cambios en el código de la moneda e ignoró las conversaciones del foro Bitcoin.

No obstante, Andresen se sorprendió mucho con la respuesta de Satoshi Nakamoto a un correo de abril 2011.

"Quisiera que dejaras de describirme como un personaje misterioso y sombrío", escribió el oriental. "La prensa aprovecha eso para hablar de una moneda pirata". Andresen contestó: "Sí, tampoco me gustan los comentarios sobre esa ‘extraña moneda pirata’".

Entonces, informó que había aceptado la invitación del FBI para hablar del tema en su sede de Washington. A partir de ese momento, Satoshi Nakamoto dejó de responder el correo y desapareció del mapa.

Su familia lo describe como un tipo inteligente, taciturno y obsesivamente reservado; un hombre de pocas palabras que selecciona sus llamadas telefónicas, escribe correos anónimos y solo se interesa en las dos cosas que sustentan la reputación del Bitcoin: el dinero y el secreto.

Satoshi Nakamoto no ha usado su nombre en 40 años. Según el registro presentado en 1973 ante la Corte de Distrito de Los Ángeles, después de graduarse en la Universidad Politécnica del Estado de California, a los 23 años, se convirtió en Dorian Prentice Satoshi Nakamoto.

Hijo de un sacerdote budista, nació en julio de 1949 en la ciudad de Beppu, Japón, donde lo crió su madre, Akiko. En 1959, tras un divorcio y nuevo matrimonio, la mujer emigró a California llevando consigo a sus tres hijos varones. Hoy de 93 años, vive con Satoshi en Temple City.

Según Arthur, la aptitud de su hermano para las matemáticas fue evidente desde temprana edad, agregando que "es caprichoso y tiene extraños pasatiempos". Primogénito de la familia, Satoshi terminó sus estudios de Física en la Universidad Politécnica del Estado de California, en Pomona, y después de graduarse trabajó para Hughes Aircraft en el sur de California. "Fue solo el comienzo", prosigue Arthur. "Es la única persona que conozco que tiene una entrevista de trabajo y califica de ‘idiota’ al entrevistador –y acto seguido, demuestra que tiene razón".

Satoshi tiene seis hijos. El primero, producto de su primer matrimonio, en 1980, es Eric Nakamoto (31 años), diseñador gráfico de Filadelfia. Los siguientes cinco hijos fueron concebidos con su segunda esposa, Grace Mitchell (56 años), residente de Audubon, Nueva Jersey, quien explica que se conocieron en una reunión de solteros de una iglesia unitaria de Cherry Hill,
Nueva Jersey, a mediados de la década de 1980. Nakamoto se mudó a la costa oriental de Estados Unidos en sus veintes, luego de renunciar a Hughes e irse a trabajar como ingeniero de sistemas para Radio Corporation of America en Camden, Nueva Jersey.

"Hacíamos dispositivos electrónicos y de comunicaciones para la Defensa, aviones y buques de guerra para el gobierno; pero todo era clasificado y no puedo abundar en el tema", confirma David Micha, presidente de la compañía sucesora
L-3 Communications.

En 1987, la pareja regresó a California, donde Nakamoto trabajó como ingeniero de computadoras en el área de Los Ángeles.
Según la esposa, fue despedido dos veces en la década de 1990, retrasándose en el pago de hipotecas e impuestos, por lo que perdieron su vivienda. Aquella experiencia, comenta la hija mayor,
Ilene Mitchell (26 años), pudo haber definido la actitud de su padre hacia los bancos y el gobierno.

De tendencias libertarias, Nakamoto instaba a su hija a iniciar un negocio propio y "no dejarse controlar por el gobierno", recuerda la joven. "Recelaba del sistema, los impuestos y los gobernantes".

También recuerda que su padre trabajaba el día entero. "Mantenía cerrado su despacho y cualquiera que tocara su computadora se metía en serios problemas", revela. "Hablaba continuamente de política y acontecimientos actuales, y le encantaba la tecnología, nueva o anticuada. Construyó sus propias computadoras y estaba muy orgulloso de ellas".

Hacia el año 2000, Nakamoto y Grace se separaron, pero nunca se divorciaron. Regresaron a Nueva Jersey y tras los ataques del 11 de septiembre, Satoshi se desempeñó como ingeniero de software para la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés). "Lo mantuvo en secreto", comenta la mujer. "Aquello terminó en algún momento de 2001 y creo que, desde entonces, no ha vuelto a tener un empleo estable".

Concluido el contrato con la FAA, Satoshi regresó a Temple City, donde ha sido difícil seguir el rastro del trabajo que desempeñó después.

Cuando Bitcoin adquirió notoriedad, empezó la cacería del verdadero Satoshi Nakamoto. ¿Actuaba por su cuenta o trabajaba para el gobierno?

Si bien las grandes innovaciones del Silicon Valley siempre derivan en andanadas de demandas disputándose la autoría, el fundador de Bitcoin ha mantenido un conspicuo silencio.

"Mi padre es capaz de hacer algo genial sin adjudicarse las consecuencias positivas", asegura Ilene Mitchell, quien trabaja para Partnerships for Student Achievement en Beaverton, Oregon. "Jamás lo reconocería abiertamente. Una persona normal hablaría del asunto hasta el cansancio; pero él no es una persona completamente normal".

Lo mismo dice el hermano intermedio de Satoshi, Tokuo Nakamoto, residente de Duarte, California. "Es muy meticuloso en sus cosas, pero teme enfrentar a los medios, así que tendrán que disculparlo", explica.

Son muchas las características del fundador de Bitcoin que calzan a la perfección con Dorian S. Nakamoto, el ingeniero de computación. Quienes han trabajado en estrecho contacto con él señalan que luce mayor que los demás desarrolladores; y además, trabajaba solo.

"No actuaba como un hombre joven y parecía influido por mucha gente de Silicon Valley", comenta su protegido finlandés, Martti Malmi. Andresen concuerda: "Satoshi escribía el código al estilo de la vieja escuela. Usaba cosas como la notación polaca invertida, y cuantos conocen su código han concluido que fue creado por una misma persona".

Una propuesta de Satoshi Nakamoto en 2008 también revela su edad, en particular con sus referencias al "espacio de disco" (algo que dejó de ser un problema hace
20 años) y varias citas de investigación que se remonta a 1957.

La puntuación de su propuesta también es consistente con la escritura de Dorian S. Nakamoto, con dobles espacios después del punto y otras peculiaridades de formato; así mismo, la redacción de ambos "autores" muestra variaciones igualmente notables, pues cambian de mayúsculas a minúsculas, utilizan palabras completas y abreviaturas, e inglés culto así como lenguaje coloquial.

Se ha mencionado que Satoshi Nakamoto alterna entre la ortografía estadounidense y la británica, y Grace Mitchell afirma que esa es una costumbre de su marido.

Agrega que los modismos de su esposo sin duda derivaron del coleccionismo, pues en su adolescencia, cuando estaba aprendiendo inglés, muchos trenes eran importados de Inglaterra.

Mitchell sospecha que el interés de Nakamoto en crear una moneda digital pudo surgir, inicialmente, de su frustración con los onerosos cargos de los giros bancarios para adquirir trenes en Inglaterra. "Siempre se quejaba de eso", afirma.

Sin embargo, Eric Nakamoto no está convencido de que su padre sea el fundador de Bitcoin, pues los mensajes del misterioso personaje son más "concisos" y "refinados que los de mi padre… quien a menudo escribe un montón de palabrería sin sentido y se desvía del tema", informa.

Tal vez el paralelismo más convincente entre los dos Nakamoto sean sus destrezas profesionales y la concordancia de sus períodos laborales. Andresen informa que Satoshi Nakamoto le habló del tiempo que requirió para desarrollar Bitcoin, lapso que encaja justo en el paréntesis laboral de Dorian S. Nakamoto a partir de 2001. "Satoshi dijo que trabajó con Bitcoin durante varios años antes de lanzarlo", explica Andresen. "Comprobé que demoró, al menos, dos años en escribir el código original y que entonces tuvo la revelación de que había resuelto algo que jamás nadie había solucionado".

Los tres años de silencio de Satoshi Nakamoto también coinciden con los problemas de salud que afectaron a Dorian S. Nakamoto. "Ha sido una época difícil, porque sufrió un ataque cerebral hace varios meses y antes de eso, tuvo que lidiar con el cáncer de próstata", informa su esposa, quien no ha conseguido que Nakamoto revele si es o no el fundador de Bitcoin. Por su parte, Eric Nakamoto dice que su padre lo niega, mientras que Tokuo y Arthur creen que su hermano jamás revelará la verdad.

"Dorian es bastante paranoico", acusa Tokuo. "No logro hacerlo entender. Dudo que alguna vez diga la verdad, ni siquiera a su familia".

Claro está, nada de esto responde la interrogante clave: ¿Qué le ha impedido gastar su fortuna en Bitcoins? Según sus parientes, ese dinero le vendría bien –y a ellos también.

Para Andresen, la respuesta es simple: Nakamoto no quiere ser parte de la locura Bitcoin. "Si se revelara como el líder de Bitcoin, tendría que hacer presentaciones, apariciones televisivas y comentarios a la prensa, y nada de eso encaja con la personalidad de Satoshi", afirma. "De hecho, ya no quería estar al frente del asunto".

También es posible que Nakamoto simplemente, perdiera las llaves de seguridad para abrir su fortuna en Bitcoins, pero Andresen lo duda. "Es muy disciplinado", insiste.

El australiano cree que si Nakamoto llegara a vender su fortuna en Bitcoins, seguramente lo haría en un banco/casa de cambio Bitcoin, lo cual no solo revelaría su identidad sino que alertaría de su actividad a cuantos están pendientes de cómo podría gastarla, desde el IRS hasta el FBI.

Por su parte, Andresen desea respetar el anonimato de Nakamoto. "Cuando los programadores nos reunimos, no hablamos de quién es Satoshi Nakamoto", dice. "Mejor nos lamentamos de no haber invertido más en Bitcoins. Es verdad que hay cierta curiosidad, pero, sinceramente, no nos interesa".

Luego de calificar de "apabullante" la posibilidad de que su padre sea el creador de Bitcoin, Ilene Mitchell confiesa no estar sorprendida de que su progenitor, de estar tras bambalinas, haya optado por permanecer oculto.

"Desconfía mucho de la interferencia del gobierno", dice. "Cuando era niña, solíamos compartir un juego. Él decía: ‘Imagina que las agencias del gobierno están buscándote’. Y yo me escondía en el ropero".



Jueves, 27 de marzo de 2014
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