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Serias incertidumbres se proyectan sobre la economía china
Parece dominada por una paradoja que plantea serias incertidumbres sobre su futuro ya que el país se debate ahora entre dos extremos sorprendentes: superar este año a Estados Unidos Unidos como líder mundial en materia económica, o sufrir una crisis financiera que replantee su forma de crecimiento.
El pasado miércoles se conocieron las cifras del Programa de Comparación Internacional (ICP, por sus siglas en inglés) elaborado por el Banco Mundial, que anticipan la posibilidad de que el gigante asiático supere a EEUU en el terreno económico.

El ICP es el trabajo más reputado en relación a lo que se puede adquirir con dinero en diferentes naciones y es muy respetado y utilizado por la mayoría de las organizaciones públicas y privadas del planeta.

De acuerdo a lo informado por el Banco Mundial, es la primera vez que los datos del ICP se actualizan desde 2005 cuando, según estas cifras, la economía de China era menos de la mitad del tamaño de la de Estados Unidos, alcanzado a un 87% de ésta en 2011.

Más allá del debate técnico que puede generar esta previsión, ya que en términos de PIB la economía de Estados Unidos seguirá siendo superior a la de China, lo cierto es que el crecimiento de este país fue del 24% entre 2011 y 2014 frente al 7,6% estadounidense.

Pero la otra cara de la moneda de la evolución china son los crecientes temores que plantean variables claves de su macroeconomía, principalmente la situación del sistema financiero, el comercio exterior, la producción y la inversión.

Desde hace más de dos años, expertos y analistas internacionales vienen llamando la atención sobre la deuda que viene acumulando la economía china para sostener sus altos niveles de crecimiento, particularmente desde el inicio de la crisis mundial en 2007-2008.

En las últimas semanas, las alertas se vienen multiplicando y en el seno de la cúpula gobernante de China también se discuten los caminos para impedir que los desequilibrios se sigan acumulando y concluyan en un estallido financiero o, en el mejor de los casos, en un freno catastrófico de la economía.

Las bases de la preocupación son diversas y, en primer lugar, destaca la enorme expansión monetaria de los últimos seis años que cuatriplica a la que ha tenido lugar en Estados Unidos en este período.

Para dimensionar el fenómeno, debe recordarse que la Reserva Federal ha implementado en este tiempo tres programas de flexibilización monetaria sin antecedentes en la historia del capitalismo estadounidense.

Sobre esta base, la economía china ha venido creciendo a un promedio del 7% en estos años, bien por debajo del 10% al que se expandía antes del inicio de la crisis mundial.

Esta política conscientemente impulsada desde el poder para evitar que la economía se frene, ha conducido a un fuerte desequilibrio entre la oferta generada por una producción irrefrenable y una demanda que no crece en la misma medida.

Así, como en el caso de la producción de acero, el capital fluye desde la banca estatal para alimentar el gasto necesario para que las fábricas estén ocupadas aunque su producción no encuentre salida en el mercado, es decir, sin que los productos pueden ser realizados.

El caso más emblemático de este proceso es, sin dudas, el del sector de la construcción donde se crean viviendas, carreteras y grandes edificios comerciales e industriales que no pueden ser vendidos o rentabilizados, lo que determina una por ahora lenta caída de precios en el mercado.

A pesar de esta inyección de crédito y deuda de los últimos seis años dirigida a contrarrestar el efecto negativa de la crisis mundial sobre China, los límites de este remedio se manifiestan no sólo en lo ya apuntado sino también en la clave de la economía del país.

Las exportaciones netas de China, la piedra angular del "milagro" que todo el planeta admira, se han desplomados desde el 8,8% del PIB en 2007 a apenas un 2,6% en 2011.

Mientras tanto, la deuda generada por los bancos estatales para frenar el declive económico ha pasado de representar el 125% del PIB antes del comienzo de la crisis al 200% del PIB actual.

Esto significa que mientras cae la producción, aunque esté aún niveles altos, su ritmo de crecimiento se basa en una expansión de la inversión y del crédito, o sea de acumulación de deuda que, forzosamente, encontrará un límite más tarde o más temprano.


Sábado, 3 de mayo de 2014
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