Economia Lo que viene, después del acuerdo con el Club de París Con la firme decisión de honrar sus deudas, la Argentina busca mejorar el humor financiero y transmitir mayor previsibilidad para asegurar la llegada de inversiones. Nota de Revista Veintitrés.
Cuando los gurúes de la City y los operadores de la patria financiera apostaban a que Axel Kicillof volviera con las manos vacías de su viaje a Francia, el equipo del Ministerio de Economía sorprendió a propios y extraños cuando el jueves de la semana pasada anunció un acuerdo definitivo con el Club de París. El arreglo constituye un avance fundamental en la regularización de la situación financiera externa que puso en marcha el kirchnerismo, tras la cesación de pagos resuelta en diciembre de 2001, por el breve presidente Adolfo Rodríguez Saá. Salvo casos marginales, el acuerdo fue ponderado por casi toda la oposición, fundamentalmente por aquellos que atesoran deseos presidenciales, porque saben que se evitan tener que resolver un problema.
Para tener una dimensión real de lo que significa haber cerrado un acuerdo con este grupo de países resulta interesante saber qué efectos puede generar en cuestiones como la restricción cambiaria, la llegada de inversiones, la capacidad de pago y la resolución del litigio con los fondos buitres, el último gran escollo que queda para resolver definitivamente el frente externo financiero.
“El efecto inmediato que puede generar el acuerdo con el Club de París es una mejora del humor financiero porque transmite mayor previsibilidad. En el corto plazo vamos a ver capitales financieros que van a aprovechar los grandes descuentos con los que cotizan los activos argentinos”, asegura Rodrigo Álvarez, titular de la consultora Analytica. Del mismo modo, cree que habrá que esperar unos meses para ver efectos concretos en la economía real. “Para que se materialice en el día a día y se traduzca en una mejora en los indicadores de la inflación real como empleo y producción, va a llevar su tiempo. Básicamente porque después de haber estado mucho tiempo fuera de los circuitos de crédito, el escepticismo en el corto plazo sigue existiendo. A medida que se vayan destrabando líneas de crédito con inversión productiva vamos ir viendo otro movimiento. Pero me parece que se van a ir dando a partir del año que viene”, añade.
Para Horacio Rovelli, economista del Grupo Fénix y ex director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía, lo que se consiguió en lo inmediato fue garantizar la “paz cambiaria”, por lo menos en lo que resta del año. “El peor enemigo que tiene nuestro país es la burguesía argentina: Roggio, Rocca, Brito, Macri y otros que tienen en el exterior 217.000 millones de dólares. Ellos quisieran que el dólar paralelo esté a 20 pesos y así comprar por la mitad lo que vale el doble. Apostaron fuerte a adquirir dólares para que este gobierno derrape, tal como lo hicieron con Alfonsín y De la Rúa. El arreglo con el Club de París garantiza que entren dólares del exterior y así se evita que el mercado cambiario derrape”.
EEUU estuvo detrás del acuerdo porque están viendo que la Argentina es una buena alternativa de inversión. Ramiro Castiñeira, economista de Econométrica, celebra el acuerdo pero no cree que por sí mismo garantice que se resuelva el tema cambiario. “Hay problemas macroeconómicos que obedecen a cuestiones domésticas. La Argentina tiene un déficit fiscal y un atraso cambiario que lo empezó a financiar con emisión monetaria y reservas. Pero el Gobierno se dio cuenta de que el camino era insostenible. Por eso terminó devaluando y quitando algo de subsidios. El déficit fiscal continúa y la presión sobre el tipo de cambio también. Por lo tanto, para resolver estas dos cuestiones lo que hay que hacer es quitarles subsidios a quienes no los necesitan”, afirma. Castiñeira también cree que los beneficios del acuerdo se verán en el mediano plazo y que vendrán por el lado de la llegada de inversiones extranjeras. “El interés de Europa por cerrar un acuerdo está relacionado con que Estados Unidos ya puso un pie en Vaca Muerta de la mano de Chevron y se les adelantó dos casilleros. Por el diferendo con Repsol y el Club de París, las petroleras europeas quedaron rezagadas y la verdad es que hay un anhelo muy fuerte por participar de ese yacimiento. Vaca Muerta va a ser la puerta de entrada de las inversiones extranjeras a partir de este acuerdo con el Club de París”, sentencia el economista de Econométrica.
Conocidos los montos del acuerdo, algunos medios comenzaron a cuestionar la capacidad que tendrá el país de asumir en el corto y mediano plazo los compromisos internacionales, teniendo en cuenta que a las reestructuraciones de la deuda realizadas en 2005 y 2010 se suman los pagos por el acuerdo con Repsol y ahora el Club de París. Sin embargo, los tres economistas consultados no ven mayores inconvenientes en este aspecto. “De acá a diciembre de 2015, la Argentina tiene que pagar 14.000 millones de dólares y con las retenciones tiene asegurados 11.000 millones, con lo cual faltarían 3.000 millones que saldrían de las reservas del Banco Central. Llegar a diciembre de 2015 con 28.000 millones dólares o 25.000 millones de dólares es exactamente lo mismo”, sostiene Rovelli.
En este punto, Castiñeira es aún más contundente. “Producto de los canjes de 2005 y 2010 y de la utilización de reservas en los últimos cinco años, el nivel de endeudamiento de la Argentina pasó a ser irrisorio. No hay país en el mundo que lo tenga, así sumemos lo que tenemos que pagar por el acuerdo con Repsol y el Club de París. Se trata de cifras que son congruentes con la capacidad de pago de la Argentina”, sostiene.
Álvarez coincide con sus colegas y por ese motivo entiende que el acuerdo se podría haber cerrado mucho antes. “Entre la primera reestructuración de la deuda y este acuerdo pasaron nueve años, demasiado tiempo”, sostiene. “Antes de la caída del Lehman Brothers, en 2008, el Gobierno podría haber hecho alguna movida para llegar a un acuerdo. Habría permitido que muchas de las inversiones que se están haciendo actualmente en otros países menos atractivos de la región vinieran a la Argentina”.
Comparando el acuerdo sellado y el que estuvo a punto de firmarse en 2008, se observa que el actual terminó siendo más beneficioso en plazos y capacidad de pago. Antes de que estallara el sistema financiero con las hipotecas subprime, la Argentina había acordado cancelar la deuda con el Club de París a través de un solo pago de 6.706 millones de dólares, con reservas del Banco Central. Esa erogación representaba el 14 por ciento del total de las arcas del Central. En cambio, el acuerdo logrado establece que en el primer vencimiento de julio hay que pagar 500 millones de dólares, que representan el 1,8 por ciento de las reservas con la que cuenta actualmente el BCRA. Además, el cronograma de pago acordado muestra un grado de elasticidad que permite pagar menos cuando se trata de años en los que hay fuertes compromisos contraídos por la restructuración de la deuda externa. Por ejemplo, en 2016 hay pocos vencimiento de deuda y por lo tanto la Argentina podría pagar la “cuota objetivo”, de 2.250 millones. En tanto que en 2017, cuando vence el Bonar X, de 6.800 millones de dólares, el Gobierno podrá pagarle al Club de París el monto mínimo establecido en 1.100 millones. Otro dato alentador es que si se producen inversiones de los 19 países que integran el Club, la Argentina se compromete a hacer pagos adicionales.
Pero a pesar de haber logrado un plazo de entre cinco y siete años y a una tasa máxima de 3,8 por ciento anual, algunos economistas sostienen que hubo “una claudicación hecha y derecha” por parte del gobierno argentino. Es lo que sostuvo el diputado del Pro Federico Sturzenegger, ex titular del Banco Ciudad, quien además señaló que “directamente no hubo negociación; sencillamente se preguntó cuánto se debía y calladitos fuimos a pagar”. Vale recordar que Sturzenegger está procesado por la causa del megacanje, que llevó adelante Domingo Cavallo durante el gobierno de la Alianza. Aquella operación generó un importante aumento de la deuda que empujó al país al default, pero además significó un excelente negocio para siete bancos privados que cobraron 150 millones de dólares.
Despejado el camino del Club de París, el único litigio que queda por resolver en el frente financiero externo es el de los fondos buitres. El próximo 12 de junio la Corte decidirá si hace lugar o no al pedido del gobierno argentino de tomar el fallo del juez Thomas Griesa. La tercera opción es que el tribunal le pida una opinión a la Procuraduría de Estados Unidos, con lo cual la Argentina ganaría tiempo. Rovelli no tiene dudas de que haber cerrado con el Club de París favorece la posición argentina ante la Corte estadounidense. “Está claro que Estados Unidos estuvo detrás del acuerdo con el Club de París porque están viendo que la Argentina es una buena alternativa de inversión. Por eso Chevron se metió en Vaca Muerta cuando todavía ni siquiera se había acordado con Repsol. Por lo tanto, estoy convencido de que ahora la Corte va a consultar a la Procuraduría”, pronostica. Castiñeira también cree que el acuerdo mejora las chances del país ante la Corte. Pero de todos modos, cree que lo hecho hasta ahora alcanza para solucionar el frente externo. “La Argentina ya renegoció 100.000 millones de dólares de deuda y un fallo por 1.500 millones no va a poner en duda lo negociado”. Subido al clima mundialista, el economista apela a una analogía bien futbolera: “A esta altura del partido, Argentina va ganando nueve a cero en su renegociación de la deuda y si en el último minuto nos meten un gol, igual ganamos por goleada 9 a 1”.
Viernes, 6 de junio de 2014
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