Economia El Gobierno privatiza la escasez: transfiere a empresas y ahorristas la falta de dólares y a un alto precio El desdoblamiento cambiario ya rige a pleno, pese a la desmentidas de funcionarios. Las reservas del Banco Central sólo serán usadas para comprar energía y afrontar la deuda pública. En tanto, el sector privado debe arreglárselas para conseguir divisas por su cuenta. Escenario actual
Entre las frases preferidas de Cristina Kirchner, hay una que le ha gustado especialmente en sus últimos discursos y que viene ganando posiciones en su ranking personal: "Si tiene cuatro patas, mueve la cola y hace guau, entonces es un perro, lo llamen como lo llamen".
Nadie osaría contradecir esta afirmación, que en la interpretación de Cristina significa que hay movimientos tan obvios por parte de dirigentes opositores, empresas, corporaciones y buitres diversos que queda claramente a la vista su afán conspirativo, por más que se esmeren en disimularlo.
Es probable que la Presidenta no se haya detenido a reflexionar respecto de cómo esa misma frase, que tanto le gusta citar para referirse a la obviedad de las actitudes ajenas, también puede ser aplicada a las propias políticas del Gobierno.
Por ejemplo, a la del desdoblamiento cambiario "de facto", que funcionarios se esmeran en desmentir, ya sea a través de declaraciones como las de Jorge Capitanich, las de Emanuel Alvarez Agis o bien mediante un comunicado del Banco Central.
Y este argumento terminó de ser cerrado ayer con el durísimo discurso de la Presidenta, que embistió con todo y contra todos.
En uno de sus embates, dio a entender que no sólo no reconoce al mercado del conta con liqui como un mecanismo legal sino que, además, ve a este instrumento como parte integrante de un plan conspirativo.
Lo contradictorio del caso es que -lejos de obrar como un sistema desestabilizador- esta vía para hacerse de dólares "caros" le ha hecho al Gobierno el gran favor de alivianar la pesada carga que recae sobre las alicaídas reservas del Banco Central.
En efecto, si no fuera por empresarios dispuestos a pagar un tipo de cambio nada menos que de $15,20 -es decir, un 80% más que el valor oficial- las arcas de la entidad hoy se hubiesen desplomado aun más.
Realidad mata relato El único problema de esta estrategia de comunicación política -tendiente a negar un desdoblamiento- es, precisamente, que choca contra una realidad en la que se evidencia que:
1. Los importadores tienen crecientes dificultades para acceder a los dólares que necesitan para pagar la mercadería, al punto que en agosto las compras al exterior se desplomaron un 20%.
2. Desde el Gobierno dan a entender que tampoco habrá divisas del Banco Central para que actividades clave -como la industria automotriz- puedan cancelar su abultada deuda por compras al exterior ya efectuadas.
3. El Ejecutivo se vio forzado a "cuotificar" los dólares. Es decir, a asignarle "pequeños cupos" a algunos sectores (no alcanza para todos), como los u$s100 millones por mes para la industria automotriz y unos u$s130 millones para el ensamble en Tierra del Fuego. Por cierto, estas cifras no les resultan suficientes ni para cubrir la tercera parte de lo que necesitan para funcionar normalmente.
4. Las empresas se ven obligadas a recurrir al mercado del "contado con liqui" para hacerse de los billetes verdes que el Gobierno no les vende. Tal es así que el volumen de operaciones aumentó más de un 100% en un mes.
Si tiene cuatro patas y hace "guau", es un perro Por lo pronto, el actual contexto muestra:
• Crecientes dificultades para que los importadores puedan traer productos o insumos al tipo de cambio oficial. • Empresas que reciben cupos limitados de divisas para hacerse de insumos clave para poder producir en sus fábricas. • Un mercado paralelo que se agranda en forma permanente. • Señales políticas de que no se reconocerán las necesidades de las compañías de cancelar sus deudas en billetes verdes. • Un dólar bolsa que bate récords, por ser una vía para hacerse de moneda estadounidense. • Una AFIP que debe racionar cada vez más los requerimientos de los particulares que quieren hacerse de dólares ahorro.
Basta seguir la lógica de Cristina (si tiene cuatro patas, mueve la cola y hace guau...) para llegar a una conclusión más que clara: el mercado cambiario -por más que se lo quiera disimular- ya está desdoblado de hecho.
En la práctica, hoy día conviven un dólar "barato" para exportadores y otro 80% más caro para importadores y para aquellas empresas que necesitan hacerse de divisas para pagar deudas, por más que los funcionarios estén afirmando lo contrario.
Así lo advierten los economistas más escuchados en el ámbito empresarial. Uno de ellos es Enrique Szewach, que afirma: "Se ha ratificado la política del Banco Central de profundizar el racionamiento de dólares oficiales ‘baratos' y -al mismo tiempo- de informarles a los importadores que todo lo que se les adeuda no estará disponible en el corto plazo".
Para este economista, es una forma de "sugerirles" a estos últimos que, si quieren divisas deberán pagarlas mucho más caras en la bolsa o en el mercado paralelo. Es decir, es un claro desdoblamiento de hecho para las importaciones no imprescindibles".
También el consultor Federico Muñoz argumenta: "Consciente de la escasez por un lado pero, por otro, sabiendo que retacear dólares para la compra de insumos y productos del exterior significa agudizar la recesión, el Gobierno comenzó a explorar como variante la de instar a los importadores a hacerse de billetes verdes recurriendo a las operaciones de conta con liqui" en la bolsa.
De esta manera, agrega el analista, no está haciendo otra cosa que "institucionalizar un desdoblamiento cambiario ulterior".
Si es deuda con casa matriz, "no vale" Pero acaso fue la propia Presidenta quien dejó entrever de manera elocuente en su discurso previo cuál sería el nuevo criterio a aplicar para las deudas financieras de las empresas.
En plena controversia con las automotrices, desestimó un reclamo del presidente de una terminal con un muy curioso argumento.
La jefa de Estado afirmó que los dólares que solicitaba no eran para comprar insumos sino para cancelar deudas que, para colmo -y como ha sucedido en otras ocasiones- son con las propias casas matrices.
En otras palabras, para Cristina, una préstamo corporativo tomado en dólares no implica un compromiso por parte del sector público como para que el Banco Central tenga que sacrificar reservas para este tipo de cancelaciones.
El argumento se refuerza todavía más si la deuda no es con un banco de inversión sino con la casa matriz, tal como es muy habitual en el caso de firmas multinacionales.
Bajo ese punto de vista, el dinero que se le presta a una filial local vendría a ser- a ojos del Ejecutivo- casi como una suerte de "préstamo familiar".
No es una postura que deba extrañar por parte de la Presidenta: a fin de cuentas, es un criterio que ella misma utiliza cuando se refiere a los créditos que se otorgan entre las propias dependencias del sector público.
Estableciendo prioridades Lo que se percibe, en definitiva, es que el Gobierno ha entrado en la fase en la que decidió que el sector privado sea el que deba pagar (y hasta hacerse cargo) por la escasez de dólares a la que se llegó por la política cambiaria y energética.
Fue también la Presidenta quien mencionó un dato clave: este año debe hacer frente a una cuenta de u$s14.000 millones por importaciones energéticas y, en consecuencia, debe esmerarse en establecer prioridades.
Además, está la deuda financiera del Estado: sólo en lo que resta de 2014 hay vencimientos por u$s4.500 millones y el año próximo aguardan compromisos por u$s12.000 millones.
En este contexto, la consigna parece clara: los dólares que hay, son para el sector público.
Los privados deben procurárselos al precio de mercado.
No es de extrañar que, a esta altura, haya empresarios que estén añorando a Guillermo Moreno, cuya mayor muestra de intervencionismo económico había sido la de imponer un régimen "uno a uno", por el cual se le pedía a cada importador que también realizara exportaciones por el mismo monto.
Lo peor de cada sistema Lo irónico de este momento es que siempre se le atribuyó al ministro Axel Kicillof la idea de desdoblar el mercado en varios tipos de cambio.
Esto, siguiendo la vieja tradición argentina de fijar diferentes valores según quien compra. Es decir, si es un exportador, un importador, un turista o un inversor financiero.
Tanto que el propio ministro fue el ideólogo del "cepo cambiario" que, en los hechos, fijó un dólar 20% más alto que el oficial para los argentinos que quieren ahorrar y un 35% de sobreprecio para los que hacen turismo en el exterior.
Cuando se lo confirmó al frente del Palacio de Hacienda, a fines del año pasado, circuló la versión de que había insistido ante Cristina para desdoblar formalmente el mercado -es decir, para sacarle el mote de ilegal al "blue"- pero que la Presidenta no estaba convencida de dar ese paso, al que veía asociado a un alto costo político.
Ahora, cuando el desdoblamiento rige de hecho, las críticas de los economistas no sólo no se han atenuado, sino que se han intensificado: sostienen que si hay algo peor que devaluar, es hacerlo a medias.
El argumento es que, con la política actual, el Gobierno se queda con todos los efectos negativos de una devaluación y con ninguno de sus beneficios.
"Es un error garrafal el haber insinuado que se puede usar este tipo de cambio paralelo, es mucho peor que devaluar", afirma Javier González Fraga, un influyente ex presidente del Banco Central
Y agrega esto es así "porque es crear expectativa en un mercado muy chiquito que afecta a millones de productos y esto va a acelerar la inflación".
Pero, además de la presión inflacionaria, los analistas señalan que este tipo actual de desdoblamiento supone un fuerte desincentivo para que los productores rurales liquiden sus cosechas, lo cual exacerbará la falta de dólares.
"Se provoca un deterioro ulterior de la ya muy frágil competitividad de los empresarios, que deberán importar insumos a dólar paralelo y exportar a $8,40 menos retenciones", argumenta el consultor Federico Muñoz.
"La brecha entre el dólar soja y el "contado con liqui" llega a 150%. Con tantas cuñas y distorsiones, prácticamente no quedarán sectores exportadores competitivos en la economía local", añade.
Los sojeros parecen darle la razón: mantienen "encanutada" su mercadería en silobolsas por un monto de u$s10.000 millones y nada indica que vayan a venderlas de manera voluntaria.
Hay más críticas al desdoblamiento: por ejemplo, que con este sistema los turistas que llegan a la Argentina mantienen el incentivo de venderle sus divisas a los "arbolitos" y no en el mercado oficial, mientras los argentinos que van al exterior se apuran a contratar hoy sus viajes del año próximo.
Pero, sobre todo, la mayor crítica apunta a la obstinación del Gobierno por dejar crecer la brecha cambiaria entre el oficial y el paralelo.
Lo que señalan los analistas es que esto sólo refuerza la convicción generalizada de que es inexorable que llegará una fuerte suba del dólar oficial.
"Todos sabemos que en la Argentina el valor del dólar blue hoy es el del oficial mañana. Siempre que hay un tipo de cambio oficial controlado y uno paralelo, más tarde o más temprano, los distintos precios convergen a uno solo", sostiene el economista Tomás Bulat.
Y agrega que "la gran decisión" que el equipo económico deberá tomar es cómo hacer la devaluación: si en forma gradual o de un salto abrupto.
Acaso el dato más importante sea que el propio Gobierno, a través de declaraciones de sus funcionarios, está insinuando que el ajuste del tipo de cambio es una posibilidad cierta.
La mayor prueba es que se siguen multiplicando las denuncias y teorías conspirativas de empresarios, banqueros y "buitres". Y el discurso de Cristina de ayer fue, precisamente, en esa dirección.
Fuente: Iprofesional
Miércoles, 1 de octubre de 2014
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