Martes 22 de Abril de 2025 Resistencia - Chaco
 
 
 
 
Temas Fiscales - Económicos - Financieros
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Economía
Salarios: subas deberían ser de 40% para tener el mismo poder de compra
Es lo que se necesita para compensar el descuento que sufre un sueldo por Ganancias y una inflación del 30%. En otros casos, el incremento debería ser mayor.
s trabajadores alcanzados por el impuesto a las ganancias deberían recibir un aumento de entre 40 y 44% para mantener el poder adquisitivo del salario si la inflación en 2015 es 30% y el Gobierno no sube el mínimo no imponible y las escalas del impuesto.
Además, para recuperar lo perdido en 2014, el aumento salarial debería ser superior al 50% como reclama la Unión Tranviarios Automotor.
Por el impacto creciente de Ganancias sobre los sueldos, los reclamos salariales con vistas a las paritarias de 2015 varían sustancialmente según acceda o no el Gobierno a modificar su negativa a ajustar el impuesto por la evolución de la inflación.
Según las cifras del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, con los actuales mínimos no imponibles y las escalas sobre las que se aplican las alícuotas (congeladas hace 14 años), el impuesto a las ganancias absorbe alrededor de 30% de una suba salarial en línea con la inflación.
Va un ejemplo:
-Un trabajador soltero que en 2014 tuvo un sueldo neto de $ 17.056, luego del descuento de Ganancias, quedó con un ingreso de bolsillo de $ 15.200. Y en el año le descontaron $ 23.836 por Ganancias, casi un sueldo y medio.


-Si en 2015 obtuviera un incremento de 30%, en línea con la inflación esperada, su sueldo neto pasaría a $ 22.172 mensuales. Pero después de Ganancias, quedaría con un ingreso de $ 18.358. Y en el año le descontarían en total $ 49.501, poco más de dos sueldos.

En resumen: aunque la paritaria acuerde una suba de 30%, el trabajador pasaría de cobrar $ 15.200 mensuales a $ 18.358, un 20% más.

La diferencia o perdida salarial ascendería a casi 10 puntos que iría a la caja de la AFIP.
Tomando este caso, para recibir el 30% en mano, ese trabajador debería obtener un incremento de 42% con lo que su sueldo neto pasaría a $24.356 y su ingreso de bolsillo, después del impuesto a las ganancias, sería de $19.760, que es 30% más que los $15.200 cobrados en 2014, según Clarín.

A su vez, el peso del impuesto se acrecentaría y en el año ese trabajador aportaría por ganancias casi dos sueldos y medio.
Pero si ese trabajador pretendiera recuperar los puntos perdidos por ganancias durante 2014, y no perder los de 2015, el incremento debería ser muy superior: 52%.
La brecha en el reclamo según se considere o no el impuesto a las ganancias es tan amplia como consecuencia de las distorsiones e inequidades que fue acumulando este impuesto desde 2000 en adelante. Y ya hace tiempo que no alcanza con algunos “parches”, como excluir el medio aguinaldo, sino se requiere una reforma integral y estructural.
Tal como está vigente, el impuesto a las ganancias no se actualiza en forma automática por la tasa de inflación, sino a discrecionalidad de los gobiernos de turno, por debajo del incremento de los precios. Las escalas están en la congeladora desde la época de Fernando de la Rúa.

El impuesto tiene cuatro mínimos no imponibles, según los niveles de sueldos y categorías, y ninguno fue ajustado por la inflación real. Y gravita exageradamente en los ingresos de quienes viven del esfuerzo personal, se desempeñen en relación de dependencia o por cuenta propia, e incluso si son jubilados.
Lo que en su momento era un impuesto sobre la renta, remarcó el citado matutino, se transformó en un impuesto al salario y a la jubilación. Todo esto agravado porque el IVA – un impuesto al consumo—trepa al 21%, castigando más a los que menos ganan, sumado a el impuesto “a la riqueza” (bienes personales) también sigue congelado hace años en $ 305.000, una cifra más que baja, mientras que la renta financiera está exenta del pago de impuestos en Argentina.



Fuente: Iprofesional


Domingo, 28 de diciembre de 2014
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