SOCIEDAD Chernóbil en fotografías El artista francés logró retratar en un libro la memoria oculta del trágico acontecimiento nuclear de 1986. Contó que las autoridades hicieron todo lo posible para silenciar los registros visuales de las consecuencias. Lo que ocurrió ese sábado 26 de abril de 1986 en la Central Nuclear Vladímir Ilich Lenin, a 18 km de la ciudad de Chernóbil, actual Ucrania, ha sido siempre ocultado por las autoridades. Por eso, hoy tener la posibilidad de conocer los pocos registros fotográficos del lugar es realmente un acto de justicia para los que lo padecieron. Eso sintió el fotógrafo francés Alain-Gilles Bastide, quien acaba de dar a conocer la versión en castellano de su libro Chernóbil Forever. "Yo no estaba en París en ese momento. Pero de lo que yo sé es que se vivió con tranquilidad la catástrofe nuclear, pues las autoridades y los medios explicaban a la población que la nube radioactiva se había detenido en la frontera, gracias a un anticiclón salvador que estaba sobre Francia. Obvio eso resultó ser una gran mentira, pero la gente se tragó el cuento. Muchos hoy están enfermos por lo de Chernóbil, sobre todo en el valle del Rhone y Corsica."
–¿Recordás alguna anécdota en tu viaje a Chernóbil? –Una que me impactó… En un mercado, en el sur de Bielorrusia, un pueblo que se llama Slavgorod, una zona muy contaminada. Yo buscaba ir a esa zona. Y me encontré con cierta actitud extraña de la gente, que te mira como a un extraterrestre, que no te habla hasta que vos les hablás. Allí se acercan, te rodean, con una ansiedad que se parece a gente hambrienta que espera que le den arroz, y no paran de hablar. Pero cuando quise ir adonde estaban los pueblos enterrados, saber cómo se llegaba, si alguien me podía acompañar, lo único que conseguí fue un gran silencio. Se sentía el miedo, desde los niños hasta los viejos. La gente, el grupo que nos rodeaba se abrió, se alejaron todos. Un viejo me dijo : "No, no señor … no hay que ir allá, es el país del diablo, nadie va por allá." –En tu libro hacés mención a la memoria prohibida. ¿A qué te referís con esto? –Es lo que decidieron las autoridades. Había que borrar todas las imágenes de la catástrofe. La primera misión del Ejército era buscar, confiscar, destruir todas las fotos, films, cámaras … Por eso hay muy pocos documentos visuales sobre la catástrofe. Prohibir la memoria de eso. Eso no pasó. Hay que taparlo. –Contame un poco la historia de la cabeza de muñeca que aparece en la portada. –Sabía que existía, o que había existido. En la preparación de mi viaje, una profesora que había estado allí en los años noventa me había hablado de esa muñeca, que estaba, según sus recuerdos, en el patio del jardín de infantes de Pripyat. Ya en el lugar le hablé de eso a mi guía, pero que no le sonaba, me dijo que sí había vistos muñecas por aquí o por allá, pero esa no le sonaba. Así que busqué. Pero como la vegetación había crecido mucho en estos 12 años, no encontraba nada. Insistí, y abajo de un árbol un poco apartado, vi la cabeza de la muñeca. Y me puse a hacer esa foto. Es la que más dificultad me dio, por la posición y por la radioactividad ambiental y el stress que te da, el metal en la garganta y la nariz seca. –En qué consiste la ayuda humanitaria que proponés para los chicos de Bielorrusia? –No soy yo quien la propongo, sino que el colectivo de autor que he reunido para esta edición, dieron sus derechos de autores y el libro se hizo por suscripción, con un sitio de crowdfunding ( http://fr.ulule.com/tchernobylforever/ ). Nosotros regalamos 3000 libros-dvd, 2000 dvd, 24 mil postales, lo que significa un capital potencial de 160 mil euros para la asociación humanitaria Enfants Tchernobyl Belarus (ETB) (http://enfants-tchernobyl-belarus.org/doku.php). Si se hace efectivo el capital que hemos donado, serían siete meses de ayuda para 25 mil niños.
fuente: INFONEWS
Domingo, 5 de abril de 2015
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