Econmía "La economía de la Argentina tiene un rumbo consolidado" Aldo Ferrer, puntualizó que "el ajuste neoliberal significa repetir el pasado", pero admite que es necesario "mejorar el gasto". La industria, la ciencia y la tecnología son las fuentes del desarrollo para el economista y profesor de la Universidad de Buenos Aires, Aldo Ferrer. Entrevistado por Tiempo Argentino, el experto dialogó sobre temas de estricta actualidad pero siempre con la vista en el mediano y largo plazo; la caída de los precios de los commodities, la especulación cambiaria, el conflicto con los buitres y la relación con China, entre otros.
–¿Cómo observa la economía de aquí hasta fin de año?
–No habrá novedades. La economía tiene un rumbo que está consolidado, y ahora el gobierno lo está confirmando con todas las medidas de los últimos tiempos, y no es previsible ningún contratiempo hasta fin de año. Después quedan abiertos los temas del futuro, como consolidar la macroeconomía y resolver la restricción externa. Pero hay que elegir entre dos alternativas. Una es la neoliberal, que descansa esencialmente en volver a los mercados a endeudarse. No es una buena fórmula, porque no ha funcionado en el pasado. La otra alternativa es resolver el enorme déficit comercial fenomenal de las manufacturas industriales.
–¿Teme que haya corridas cambiarias como la de julio?
–No. A pesar de que hay una situación más compleja que la existente cuando había superávits gemelos del presupuesto y la balanza de pagos, lo que muestra esta aparición de los brotes especulativos, en buena parte movidos por la situación electoral, es la resistencia del Estado para sostener el tipo de cambio. Lo sorprendente no es que aparezcan estos brotes que son endémicos en una economía con falta de dólares, sino que en otras épocas esto terminaba en un desastre.
"Los brotes especulativos muestran la resistencia que ha tenido el Estado para sostener el tipo de cambio", asegura.
–¿Cómo analiza el cuadro fiscal?
–Hay que mejorar la calidad del gasto público y la de la tributación. Existen muchos gastos que no se justifican, hay subsidios que favorecen a los sectores de altos ingresos, y otros que son absolutamente fundamentales como los programas sociales. Hay un problema de equilibrio de las cuentas públicas. Tampoco es cierto que se puede inyectar gasto público cuando hay una situación de inflación y falta de dólares. Una política que confronta a intereses establecidos, como los buitres y los grupos hegemónicos internos, requiere la fortaleza de la macroeconomía para que el gobierno tenga la autonomía necesaria. El ajuste neoliberal debe ser descartado porque significa repetir el pasado. Otra cosa es el ordenamiento de la economía, el fortalecimiento de la macro para respaldar una política nacional y popular. Es necesario para consolidar todo lo que se ha logrado.
–¿Hay que pagarles a los buitres?
–Contrariamente a lo que decían los observadores cuando se produjo el fallo del juez (Thomas) Griesa, de que si la Argentina no acataba el fallo se venía abajo, esto no fue así. Este es un problema de hace varios años, la Argentina tuvo 900 intentos de embargo. Debemos destacar que cuando pasan cosas puntuales, como el caso de los buitres en el sistema financiero, eso no se contagia a la economía real. La Argentina mantuvo el conflicto sosteniendo sus relaciones reales con los socios comerciales. Estos grupos especulativos carecen de poder para enfrentarse con un país que se paró sobre los recursos propios y definió una postura nacional. Lo que dice el ministro Axel Kicillof, me parece razonable: si se puede resolver el problema, mucho mejor, pero la cuestión es con qué criterio uno se sienta a negociar. Se puede trabajar tomando en consideración la posibilidad de que no se llegue a un acuerdo y el conflicto siga. No se va a venir el mundo abajo, porque los problemas están en otro lado. Los que quieren acordar a como dé lugar con los buitres, en realidad buscan la salida de la restricción externa por el lado del endeudamiento, nos llevan de cabeza a la crisis del 2001.
–¿Las dificultades para conseguir divisas se pueden resolver con deuda?
–El gobierno ha tomado medidas en ese sentido, como el swap con China, que están bien. Hay formas de avanzar en el corto plazo y obtener divisas, siempre y cuando se tenga en cuenta que el problema de fondo debe ser resuelto en el mediano plazo. Esto debería formar parte de un cuadro en el que se busque el equilibrio fiscal y, desde allí, un tipo de cambio estable y competitivo de largo plazo, que es la condición necesaria para el desarrollo. El dólar barato es una calamidad, el argumento del neoliberalismo para destruir la industria nacional. Sería un error para una política nacional y popular que defiende el mercado interno caer en una apreciación desmedida de la moneda y la enfermedad holandesa. Necesitamos también una economía predecible para que se invierta.
–¿Cree que hay que atraer la inversión extranjera (IED)?
–La inversión extranjera que tenemos en Argentina ha sido uno de los factores de la restricción externa. Los sectores extranjerizados, como el automotriz, son muy deficitarios. Nosotros hemos tenido una política irrestricta de incorporación de inversiones que no es lo que hicieron los chinos, ni los coreanos, ni los países exitosos de Asia, que sólo permitieron inversiones cuando abrían nuevos mercados, cuando generaban exportaciones y divisas. Ahí la IED es excedentaria y contribuye al superávit. Aquí la IED ha significado la apertura del mercado interno irrestricta. No es cierto que toda IED sea buena. China y Corea son los países que tienen las políticas más restrictivas al respecto, en el marco de las políticas de desarrollo nacional. En América Latina seguimos la política de que "todo lo que viene de afuera es bueno". ¡Es falso! La IED sin una estrategia es parte del problema y no de la solución.
–La OMC pidió modificar la política comercial proteccionista. ¿Debe continuar la protección? ¿Bajo qué forma?
–Es primordial la defensa de la industria nacional. Claramente, con eso no alcanza, porque el viejo concepto de sustituir importaciones no es suficiente porque sustituimos lo que importamos ahora, pero es cada vez más grande el agujero de lo que se viene por el cambio tecnológico. Tenemos que sustituir el futuro, no sólo el pasado. Formamos parte de la OMC, hay reglas que hay que aceptar y hay que adecuar estos instrumentos en este marco legal a los fines de la política nacional.
–¿Tiene esperanzas en Vaca Muerta?
–No hay que hacerse ilusiones. El desarrollo del país no depende de que tengamos autoabastecimiento energético. Conviene tenerlo. Corea o China son deficitarios. Si resolvemos el déficit energético sería muy bueno, pero eso no significa que alcancemos una economía desarrollada. El problema es con qué se paga el déficit. Nosotros lo pagamos con soja, y los coreanos con alta tecnología. Pero si contamos con los recursos, mejor.
–¿Es necesario crear un Banco de Desarrollo?
–Resulta fundamental la banca de desarrollo, es decir, la existencia de recursos para orientarlos hacia objetivos estratégicos como el desarrollo industrial y territorial. El tema es que nosotros no tenemos tiempo para comenzar a construir desde ahora un banco de desarrollo. Sin perjuicio de que se establezca la función a través de un banco existente, o uno nuevo, lo importante es cómo desde ahora, por diversos mecanismos, se pueden generar corrientes de financiamiento estratégico a los sectores fundamentales. Ahí la Anses tiene un papel importante porque administra una parte muy importante del ahorro nacional. Es una parte importante de los recursos del BNDES de Brasil. Cuando creamos el BANADE, de manera simultánea inauguramos el fondo participativo de desarrollo nacional con ahorros del sistema de previsión.
–La industria es muy Brasil dependiente, ¿cuál es la perspectiva con las expectativas de recesión de ese país?
–Hay que evitar ser dependientes de un solo mercado. No podemos ser un país Brasil dependiente. Tenemos que operar en un mercado múltiple donde somos global traders, y hay que tener mucho cuidado de no descansar en un mercado aunque sea de un país de América Latina. No puede ser que nos contagien los problemas ajenos.
–¿Y China?
–La presencia de China es un dato interesante y positivo porque es un gran mercado. La relación no depende de los chinos. Ellos son un país industrial que busca exportar sus manufacturas y abastecerse de productos primarios de la manera más inteligente posible. Si nos ponemos en la posición de querer ser la periferia de China, lo vamos a ser, y reproduciremos la relación con Inglaterra del siglo XIX. El problema depende de nosotros. Vamos a tener la China que nos merecemos en virtud de nuestras políticas de industrialización.
De país granero a Nación góndola
–Si debiera elegir cuatro o cinco sectores industriales claves...
–Aquellos en los que tenemos un gran déficit comercial. Hay que crear una terminal argentina que integre las cadenas de valor automotriz, si no vamos a seguir crucificados. Están el sector de la electrónica, donde somos apenas ensambladores; el de bienes de capital, donde tenemos un potencial admirable desmantelado en la época neoliberal, porque las máquinas son las que incorporan la tecnología, y en ectores químicos.
–¿Y en el interior del país?
–Es necesario integrar las cadenas de valor en el territorio, transformar los productos primarios en la propia región para conformar sistemas integrados de ciencia, tecnología e industria. Hay que tratar de que el país en vez de granero sea góndola, y aumentar el contenido de valor de la cadena agropecuaria, que está muy extranjerizada. El agro nunca va a estar plenamente desarrollado si no se desarrolla la industria. Además de la minería, donde seguimos operando con un régimen donde las inversiones extranjeras vienen a extraer el producto y mandarlo al exterior, cuando tenemos que invertir para procesarlos.
–Con la caída de los precios de las commodities, ¿cómo ve el escenario de la Argentina?
–Somos un país subdesarrollado porque descansamos en productos primarios. El segmento más dinámico del comercio mundial es el de las manufacturas de alta tecnología. De todas maneras, el horizonte para nuestra producción agrícola es razonable a largo plazo porque se siguen incorporando centenares de seres humanos al mercado mundial.
Lunes, 10 de agosto de 2015
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