Economía La Argentina es el país emergente con el sector privado más desendeudado Según un informe del banco JP Morgan, las empresas y los hogares argentinos poseen un 15,4% de deuda sobre el PBI, y es uno de los tres países que redujo la cifra desde 2007. El sector privado de la Argentina tiene un ratio de deuda como proporción del PBI del 15,4%, el más bajo de los países emergentes, según un reporte del banco JP Morgan. El país es, además, uno de los tres que redujo el endeudamiento privado desde 2007, fecha previa a la última crisis financiera mundial y el comienzo del mundo a tasas cercanas al 0 por ciento.
Según consignó Tiempo Argentino, el trabajo, realizado por Joseph Lupton, David Hendsley y Olya Borischevka, advirtió que un gran endeudamiento en el sector privado puede ser un síntoma de fragilidad financiera en el contexto de la posible suba de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed)y las guerras de devaluaciones de las monedas en los países emergentes.
Junto con Sudáfrica y Hungría, la Argentina redujo su deuda privada en términos del PBI del 15,6% al 15,4%, desde niveles muy bajos. Muchas veces se ha hablado del desendeudamiento del Estado, pero se le ha prestado poca atención al privado, que suele encadenar crisis financieras que luego se expanden a la economía real. En este sentido, mientras que en la Argentina tanto el sector público como las empresas fueron cautos respecto del endeudamiento, en otros países la toma de deuda fue abundante para aprovechar las tasas bajas a nivel internacional. "El desarrollo más alarmante fue el crecimiento de la deuda del sector privado de los mercados emergentes", afirmó Lupton.
JP Morgan elaboró una nueva metodología en la que no sólo incorporó el crédito de los bancos al sector privado no financiero, sino también la emisión de obligaciones negociables en el mercado. Según este indicador, Hong Kong pasó de un endeudamiento privado del 182,6% del PBI en 2007 al 293,2% a fines de 2014, mientras que China pasó del 104,4% al 147,1% de su PBI y Singapur pasó del 115,6% al 178,9 por ciento.
Entre 2002 y 2013, la fuga de capitales ascendió a U$S 142.569 millones.
Latinoamérica no fue una excepción. Brasil tuvo un alza de la deuda privada del 45,5% al 78,7% de su PBI, y fue muy importante el crecimiento de la deuda en los países de la región considerados como la meca de los capitales internacionales por sus políticas liberales. En Chile, el sector privado pasó de deber el 82,1% de la producción del país al 110%; en Perú, del 30,6% al 48,9%; en Colombia, del 33,1% al 49,7%; y en México, del 22,5% al 34 por ciento.
En promedio, la deuda privada en relación con el PBI de las economías emergentes aumentó un 46%, al pasar del 72,6% del producto al 106,1 por ciento. "Este crecimiento de 34 puntos porcentuales es enorme, siendo en promedio de 5 puntos por año desde 2007", señaló el informe de JP Morgan. Según Lupton, "el Fondo Monetario Internacional encontró que un incremento del crédito sobre el PBI del 5% o más en un año es una señal de un gran riesgo de una crisis financiera. Muchos de los países en los mercados emergentes registraron esa suba desde 2007, incluso cerca de la mitad registraron aumentos sostenidos en el total del período."
Es decir, en su conjunto, los mercados emergentes deberían utilizar más que la producción de todo un año tan sólo para repagar las deudas de las empresas y los hogares. Este tipo de endeudamiento, que incluye a las familias y las pequeñas y medianas empresas, puede tener efectos colaterales nocivos si no se cumplen las expectativas respecto de la evolución de las tasas de interés, los tipos de cambio, los salarios o el empleo.
"Por lo menos, creemos que el crecimiento rápido y los altos niveles de endeudamiento privado implicarán un fuerte viento en contra en los mercados emergentes en los próximos años", señaló Lupton, quien recordó que la última crisis financiera mundial fue causada por una burbuja especulativa de las mismas características.
JP Morgan, por lo tanto, lanzó el alerta respecto de los efectos de una suba de la tasa de interés de la Reserva Federal en los países endeudados. "Un ciclo de la tasa de la Fed reducirá los influjos de capital a los mercados emergentes, que tenderán a aumentar el tipo de cambio y a subir las tasas de interés de los préstamos. Esto aumentará la presión sobre las empresas y los hogares de estos países que ya están lidiando con un crecimiento débil de los ingresos, sin poder responder a los bancos y a los tenedores de deuda", sostuvo el informe.
La visión que los especialistas del JP Morgan han plasmado en el trabajo se ha corroborado en las últimas semanas, con las devaluaciones y las subas de tasas en China y Brasil y con el caso anterior de Rusia, que presionan sobre las otras monedas emergentes. Mientras tanto, continúa la crisis política y económica en Grecia y España, por lo que esta nueva ola recesiva se suma a los coletazos de la que aconteció luego de la caída de Lehman Brothers.
El trabajo se refirió específicamente a la situación en Brasil: "Tiene cada vez más deteriorado su resultado fiscal. En vez de lograr su objetivo de un 2% de superávit primario para 2016, habrá que esperar hasta 2018. Las revisiones reflejan una recesión profunda, pero también hay retrocesos en relación con los cambios estructurales", advirtieron en JP Morgan.
"Los bancos de los mercados emergentes ya están ajustando los estándares de la oferta de préstamos; este proceso se intensificará cuando la Fed normalice sus políticas y los países en desarrollo mantengan su crecimiento por debajo de la media", señalaron los especialistas en el informe, y agregaron que "estos mercados experimentarán un fenómeno similar al que impidió el crecimiento del sector privado en los desarrollados. Para más preocupación, es posible que la oferta de crédito se ajuste de manera abrupta, desencadenando una crisis."
Este efecto, llamado momento de Minsky, puede tener efectos de largo plazo. Las empresas y los hogares sobreendeudados no pueden subsistir por la falta de crédito para refinanciar sus grandes deudas, por lo que terminan malvendiendo sus activos y ajustando la economía, con deflación, desempleo y caída de los salarios. Como esto tiende a dificultar aun más el acceso al crédito este efecto del endeudamiento privado puede convertir un problema de deuda en una crisis de largo plazo de la economía.
Es valioso, por lo tanto, en estas condiciones, enfrentarse a la incertidumbre de los mercados internacionales de manera solvente, tanto en el sector público como el privado.
El rol de la fuga de capitales en la deuda externa
El peso de la deuda externa que cayó sobre los hombros de todos los argentinos en 2001 es producto de la especulación de las grandes empresas argentinas y transnacionales, según concluye el informe “Deuda externa, fuga de capitales y restricción externa: desde la última dictadura militar hasta la actualidad”, publicado por el Centro de Economía y Finanzas para la Argentina (CEFID-AR).
El cambio del patrón de producción a mediados de los '70 estuvo relacionado con “la integración productiva a escala mundial debido a la expansión de la inversión extranjera directa y la valorización financiera”, lo que implicó “una escisión de la deuda externa respecto de la economía real” y la desindustrialización del país.
Según los autores, en el período 1975-2002, el pago de intereses tuvo un incremento del 16% anual y acumuló al final un total de U$S 117 mil millones. Como contrapartida de este endeudamiento, el sector empresarial fugó capitales a lo largo de todo el período a una tasa del 13%, llegando en 2002 a U$S 138 mil millones.
En consecuencia, la deuda externa sirvió en su totalidad para financiar la fuga de capitales. Por otro lado, gran parte de este incremento del endeudamiento, especialmente en los años '90, fue del sector privado y no del público. Mientras que la deuda externa total del Estado creció al 5,3% anual, de U$S 52 mil millones a U$S 88 mil millones, en el sector privado el aumento fue de U$S 8000 millones a U$S 51 mil millones, con una tasa de incremento del 19,7 por ciento. Esta deuda no fue distribuida de manera homogénea entre las empresas: “Alrededor del 90% de la deuda privada durante toda la década estuvo en manos de la cúpula empresarial”. Este proceso finalizó con el Blindaje y el Megacanje, que aumentaron la deuda a U$S 255.021 millones.
Con el fin del ciclo de la convertibilidad, se precipitó la fuga de capitales, en particular de las grandes empresas. En este sentido, el 66,1% de las transferencias al extranjero fueron de conglomerados extranjeros y empresas internacionales, y un 60% de la fuga de capitales de 2004 fue originada por la cúpula de las 200 empresas más importantes. Esta estructura de empresas que utilizan plataformas financieras para fugar sus capitales no fue erradicada a partir de 2002, con desendeudamiento, superávit comercial y un renovado énfasis en la industrialización. Entre 2002 y 2013, la fuga de capitales ascendió a U$S 142.569 millones. “El resultado del predominio del componente financiero en las diferentes fracciones del capital fue una elevada remisión al exterior de las ganancias corrientes obtenidas en el nivel loca”, concluyeron los autores.
Fuente: INFOnews
Lunes, 24 de agosto de 2015
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